Hablemos de Montblanc. Pero no de las plumas estilográficas ni de la montaña francesa, que es lo primero que aparece sí realizas una búsqueda en instagram.
Pero no nos vamos a ir tan lejos. Hablamos de una localidad amurallada (la tercera más importante después de Ávila y Lugo), con un casco antiguo declarado Conjunto Monumental y Artístico en 1947.
Pese a su posición estratégica en el camino hacia la costa de aquellos que van por la AP-2, su cercanía a Tarragona y el triángulo de monasterios de la Ruta del Císter, a veces parece que la muralla la haga pasar desapercibida, guardando celosamente para si todo lo que tiene que ofrecer.
Qué hacer en Montblanc en un fin de semana
Sin embargo, se trata de una escapada ideal para un fin de semana y os vamos a enseñar por qué Montblanc merece ser Capital del Turismo Rural de 2019, en la iniciativa de Escapada Rural para revalorizar los pueblos de España. Como embajadores de Montblanc dentro de esta iniciativa, tenemos muchos motivos para defender esta candidatura.
Adentrarse en la historia paseando por el casco antiguo
Sin duda, uno de los grandes atractivos de Montblanc es su corazón medieval, fundado en 1163, lleno de calles estrechas que van a parar a la plaza Mayor, llena de vida gracias a las terrazas que pueblan las arcadas. ¡Qué sería de los pueblos sin las plazas mayores, sus mercados y su vida! Dado el tamaño del reducido del centro amurallado, lo mejor es dejarse llevar por sus calles y descubrir rincones como la calle de la Plebenía.
De entre todos los edificios, destaca la iglesia de Santa María la Mayor, una joya del gótico catalán, construida en la parte más elevada de la localidad sobre los restos de una antigua iglesia románica. Pero algo no cuadra, y es que la fachada exterior (y principal entrada al templo) es barroca, ya que fue destruida durante la guerra de los Segadores y reconstruida en el siglo XVII, siguiendo los cánones estéticos de la época. Además, está inacabada y por ese motivo no es simétrica. La virgen que hay en su interior sobrevivió a la Guerra Civil española gracias a que los carpinteros del pueblo construyeron una caja para poderla sacar y mandarla lejos sin despertar demasiadas sospechas.
Lo mejor para conocer la rica historia de esta localidad es unirse a una de las visitas guiadas que salen cada fin de semana a las 11 de la mañana desde la oficina de turismo, situada en una antigua cooperativa vinícola. En una tierra ligada al vino, estas visitas hacen dos paradas en bares para degustar los vinos de la DO Conca de Barberá y reponer fuerzas con una tapa local. ¡El perfecto maridaje entre cultura y gastronomía antes de subir a las murallas y pasear por el paso de ronda, sobre los tejados de Montblanc!
Con un poco de suerte (y sin desmerecer a nadie), de entre los 15 guías que realizan las visitas, os acompaña Josep, un carpintero de más de 80 años que cuándo se jubiló no quiso quedarse encerrado en casa, se puso a estudiar y se sacó el carnet oficial de guía de Montblanc. Es envidiable ver cómo sube por las cuestas de la ciudad mientras los que podríamos ser sus nietos sacamos la lengua.
Desde la oficina de turismo han creado un mapa que contiene no solo los puntos más interesantes, sino también los puntos más fotogénicos de Montblanc, como el pla de Santa Bàrbara, el punto más alto, dónde aún se conservan los cimientos del antiguo castillo y se tienen las mejores vistas de la Montblanc.
Submergirse en la leyenda de Sant Jordi
Cuenta la leyenda que fue en tierras de Montblanc dónde el caballero Jordi mató al dragón que atemorizaba a la población para rescatar a la princesa, hija del rey y a quién le había tocado por sorteo ser la víctima que se entregaría al dragón. Nada más tocar el suelo, de la sangre del dragón brotó un rosal, del cuál el caballero regaló la más bella rosa a la princesa. La leyenda de Sant Jordi es una de las más famosas y bonitas de la tradición catalana, y no hay niño que no la conozca. De aquí viene la tradición, cada 23 de abril, del intercambio de libros y rosas entre los enamorados (aunque debería ser equitativo…), dando lugar a uno de los días más bonitos de todo el calendario.

Las gestas del caballero Jordi (o George) son famosas en toda Europa, sin embargo el folklorista y costumbrista Joan Amades situó en Montblanc el escenario de esta leyenda. Y aprovechando el entorno privilegiado que son las calles del centro medieval del pueblo, se organiza la Semana Medieval de Montblanc, coincidiendo con el día de Sant Jordi, 23 de abril. Durante dos fines de semana, la villa revive su pasado y en calles, plazas y torres de la muralla lucen las banderas y estandartes señoriales. Así que si podéis, no dudéis en escaparos a Montblanc del 23 de abril al 5 de mayo de 2019.
¡Pero ahí no se queda la cosa! Prácticamente todo el pueblo se vuelca en esta celebración, y se visten (que no se disfrazan) con trajes de época, siguiendo un estricto código de vestimenta para que todo parezca lo más real posible. En esos días se realizan justas, mercados medievales y dos representaciones de la leyenda en la muralla que rodea la ciudad. Pero antes de que llegue el día del estreno, ¡hay que ensayar! Durante nuestra visita nos invitaron al ensayo general de la representación de la leyenda y pudimos ver de primera mano el entusiasmo que le ponen los habitantes en que todo salga perfecto. ¡Tendremos que volver para vivir la función, con lo que nos gustan a nosotros las fiestas tradicionales!
Y por si os estáis planteando el ir, solo hace falta que miréis un trocito del espectáculo del año pasado para convenceros.
Maravillarse con el museo del Pesebre de Catalunya
Vale, admitimos que a priori no suena como un planazo, especialmente si ya hace años que dejaste de creer en la navidad y de montar el pesebre en casa. Pero la apariencias engañan, creednos. En Montblanc existe el museo del Pesebre de Catalunya, un proyecto que nace de mezclar la pasión de Ismael con la intención de preservar la cultura, la historia, la tradición y el futuro del patrimonio cultural-etnográfico tanto de los Belenes, como los Calvarios de Cataluña. No, aquí no hay musgo ni ríos hechos con papel de plata (y algún dinosaurio extraviado, ¿quién no los había puesto de pequeño?), pero sí impresionantes miniaturas llenas de detalles y con una profundidad que cuesta de creer, al menos para gente manazas como yo.
Si vais con niños, hay unas pasarelas alzadas para que estos se puedan acercar a los pesebres y calvarios y verlos de cerca. Ismael es el alma mater de este museo y se le ve radiante después de haber estado trabajando 15 años en este proyecto, su proyecto. Si tenéis un rato, dejad que os explique el orígen de estos belenes y cómo hicieron la peculiar fachada del edificio, que representa unas viñas.
Reecontrarse con la naturaleza en los alrededores de Montblanc
Si creemos que Montblanc debe ser capital del Turismo Rural, es evidente que tiene que tener una buena oferta de alojamientos rurales.
Mas la Planella
Antes o después de una buena dosis de cultura y tradición, nada mejor que retomar el contacto con la naturaleza. Y para ello nada mejor que alojarse en una casa rural. Nosotros estuvimos en Mas la Planella , muy cerca de Montblanc pero lo suficientemente lejos como para ver las estrellas, escuchar a los pájaros de buena mañana y pasear por el jardín. ¡No hay mejor tratamiento que éste para los que somos de ciudad! Este alojamiento rural fue uno de los pioneros en la zona en apostar por el turismo rural como alternativa a los hoteles tradicionales.
Mas de Caret
Pero si queremos una verdadera desconexión, nada como adentrarnos en el Espacio Natural Protegido de las Montañas de Prades y llegar a Mas de Caret, una masia tradicional catalana del siglo XVIII en la que se practica el agroturismo desde hace más de 20 años, mucho antes de que se hablara de turismo sostenible.
¿Y qué es el agroturismo? No se trata de una moda, sinó de una filosofía de vida que Teresa aplica a este alojamiento desde el principio: la reconstrucción de la masía se hizo empleando materiales y técnicas de bioconstrucción, toda la energía procede energías renovables, y en la finca se aboga por la compra responsable, el reciclaje y el consumo de alimentos del huerto ecológico, que la propia Teresa cocina innovando en las recetas tradicionales mediterraneas y sirve en el amplío comedor, con vistas a la montaña. Entre las recetas para desconectar está pasear por el Parc dels olors, un jardín lleno de plantas aromáticas, culinarias y medicinales.
Realizar excursiones por los alrededores de Montblanc
Tanto si nos quedamos en Mas de Caret como si solo estamos de paso, merece la pena salir de las murallas y acercarse a la Vall del Brugent, a solo 15km y en plenas montañas de Prades, para recorrer este valle labrado por la fuerza del agua.
Aquí encontraremos piscinas naturales de aguas cristalinas (su creciente popularidad en los últimos años ha hecho que tengan que tomar medidas para evitar que la gente aparque en las cunetas de la ya de por sí estrecha carretera) a lo largo del Brugent y muchas rutas de senderismo, entre ellas la que recorrimos nosotros desde el pueblecito de El Pinetell hasta l’Esqueix, para llegar a los puentes colgantes sobre el río Brugent, aunque estos técnicamente ya no pertecenen al municipio de Montblanc. Dejamos el coche en El Pinetell, uno de los núcleos más bonitos de la Conca de Barberá. Es una ruta corta, de poco más de media hora, en sentido descendente que nos lleva hasta los puentes colgantes, tras pasar por la brecha abierta de forma natural entre las piedras y ayudarnos de una cuerda para bajar.
Degustar la gastronomía local
La gastronomía local es el complemento perfecto para una escapada de fin de semana, y Montblanc no iba a ser menos. Durante nuestra estancia pudimos probar diversos restaurantes de la localidad, algo que os contaremos en el capítulo dónde comer en Montblanc.