Rincones secretos de la Costa Brava

Dicen que en la Costa Brava todavía existen playas en las que todavía (y esperemos que dure mucho tiempo así) no tienes que pelearte con nadie para poder poner tu toalla en la arena y en las que el agua es tan azul que puedes ver el fondo sin necesidad de gafas de buceo. ¡Y esas son las que nos gustan a nosotros!
Así que armados con LA BIBLÍA de Todas las playas de Catalunya II (magnífica guía que recoge todas las playas de la costa Brava, altamente recomendable! ) nos dispusimos a encontrarla y salimos en busca de uno de los rincones secretos de la Costa Brava.
De momento sólo diré que está entre Calella de Palafrugell y Palamós y que para llegar hay que andar un poquito (más o menos media hora desde el lugar de aparcamiento). El camino es el GR-92 y es bastante ancho, aunque no está excesivamente bien señalizado. Llegados a un desvío, cogemos el camino hacia la izquierda, el que lleva hacia el mar. Éste empieza a descender haciendo S,hasta que llega a un punto muerto, en el que se puede bajar unas escaleras hacia una cala o coger otro sendero que bordea el acantilado.

Casi nos pasamos, porque no hay ninguna señalización que marque el inicio del camino. Pero el mini sendero indica que no somos los primeros en bajar por entre la pinaza. Y un cartel nos indica que no vamos mal. La panorámica de la playa es espectacular, y lo divertido viene cuando nos damos cuenta de que han puesto una cadena para facilitar el descenso a la playa. Ya aviso que no es apto para porteadores de sombrilla,  palas y neveras.

La bajada es menos dura de lo que la cadena nos quiere hacer creer y al llegar abajo nos encontramos con una playa de rocas dónde no hay un sólo lugar para estirar la toalla (y mucho menos plantar la sombrilla), salvo algunas rocas planas. La playa está separada en dos partes por una roca rojiza, sobre la que han puesto presas de via ferrada para poder pasar si a uno no le apetece descalzarse.

Justo al terminarse la cadena, hay una especie de tendal dónde nos ofrecen vino en porrón. Más tarde nos enteraremos que eso lo han montado un grupo de hombres de Palafrugell que son fieles a su cita de los domingos desde hace 45 años.

¿Y qué decir de la playa? Pues que es todo roca y lo mejor es llevar zapatillas de agua para poder entrar. A la entrada se agolpan todo de barcos, pues es la forma más fácil de llegar sin descalabrarse ni sudar demasiado. Pero ni siquiera eso es capaz de quitarle todo el encanto a esta playa de aguas verdes y cristalinas, en la que es posible ver toda la fauna y flora casi desde la superficie.

Antes de irnos, el grupo de hombres nos invitó a pasar a su fiesta particular, compartiendo con nosotros las bebidas y pastas que habían llevado en sus barcas temprano por la mañana. Esta reunión dominical la realizan fielmente cada domingo desde hace casi medio siglo. Les acompaña el primer guitarra de Palafrugell, por lo que las havaneras no dejan de sonar en ningún momento, las tradicionales de toda la vida.

Por si prefieres verlo en vídeo

Y para que este lugar no pierda el encanto, si quieres saber cómo se llama, sólo tienes que dejar un comentario en este post y te contestaré por mail 😉