República Dominicana va irremediablemente ligada a la imagen del resort todo incluído, la playa con cocoteros y la pulserita. Concretamente, a la zona de Bávaro (mal llamada Punta Cana), deseo vacacional para muchos y horror arquitectónico para otros. Como en muchos otros destinos del planeta, las grandes compañías hoteleras han colonizado la primera línea de playa, construyendo megamoles asépticas y clónicas, en las que mantener entretenido al turista que voluntariamente ha decidido cruzar un océano para pasar unas merecidas vacaciones de relax en un paraíso artificial, hecho a su medida para que se aisle del mundo.
Este hotel podría estar en Benidorm, Sri Lanka o Punta Cana y la mayoría no notaría la diferencia, pues la mayoría de cadenas apuestan por una distribución y diseño muy similar (igual que hacen las cadenas de comida rápida), para que el cliente se sienta como en casa allí dónde esté. El cliente en el fondo busca esta previsibilidad, el recorrer a algo conocido aunque esté a miles de kilómetros de casa: comida europea, cama europea… Porque esto no es ni mucho menos casual, está totalmente estudiado e incluso se denomina como el fenómeno de la Mcdonalización.
Mi círculo más cercano se sorprendió cuándo les dije que me iba a Punta Cana, y la respuesta más común fue “¿Y tú que harás en un todo incluído?¡Te vas a morir!”. Está claro que no se puede demonizar una forma de vacaciones, porque para gustos los colores y si este formato tiene tanto éxito es porque hay quién lo disfruta. Pero a mí no me va, ¡qué le vamos a hacer!
Lo probé en Mauricio hace un par de años y para mi gusto, me sobró lujo y me faltaron experiencias.
Hoteles sostenibles en República Dominicana
Desde el momento que tuve los billetes en mano, supe que no iba a ser un viaje de pulserita de todo incluido, por mucho que ese fuera el (decrépito) modelo turístico de la isla. Empecé a investigar y encontré una opción de alojamiento mucho más atractiva: el alojamiento sostenible.
Pequeñas empresas dominicanas y extranjeras que prometían mucho más que barra libre de mojitos: contacto con la naturaleza, huir de la masificación y un proyecto ecológico.
Alojamiento sostenible en Samaná
La península de Samaná es una de las zonas más vírgenes de República Dominicana, pero a la vez un segundo foco turístico muy importante, sobretodo en la zona de las Terrenas. Es conocida por albergar la mayor concentración de palmas de coco por metros cuadrados del mundo, pese al crecimiento turístico que ha convertido muchas aldeas de pescadores en localidades que viven por y para el turismo y que han vendido su esencia por un puñado de dólares. Las casitas de colores han dejado paso a los hoteles y complejos turísticos de 5 estrellas, asi como a bares y discotecas en los que pasarla bien.
Durante los meses de enero a marzo, las ballenas yubartas o jorobadas visitan las aguas de la bahía para aparearse, lo que representa una fuerte afluencia de turismo a la zona.
Sin embargo en el corazón de la península todavía hay pequeños reductos que resisten a la construcción masiva, nadan contra corriente y apuestan por un turismo sostenible.
Hacienda Cocuyo
Hacienda Cocuyo es un lugar mágico, igual que su nombre, que significa luciérnaga.
Llegar a Cocuyo no es tarea fácil. Una vez pasadas las casitas de colores de Samaná, la carretera se empina, hasta llegar a un punto dónde el GPS nos mete por una pista de tierra. Poco después llegamos a Hacienda Cocuyo, un lugar del que te enamoras nada más bajar del coche o del motoconcho (sistema de mototaxis característico de República Dominicana).
Las vistas quitan el hipo: está en lo alto de la colina y por debajo un palmeral se extiende hasta el mar. En frente, la isla de Cayo Levantado, con una de las playas más paradisiacas de toda República Dominicana.
En las laderas de la montaña, entre las palmeras, pastan caballos y los gallos corretean en plena libertad. Al lado del espacio común que sirve como comedor y sala social, siempre con el horizonte como compañero, está una de las joyas del alojamiento: la piscina infinity. No solo goza de un entorno privilegiado, sino que además está totalmente libre de químicos y tiene una función regenerativa.
El proyecto de la piscina natural
Tal y como nos contó el propietario, en República Dominicana existen algunas piscinas de agua salada, pero ninguna piscina natural. Es una recreación de un lago: es agua estancada pero al mismo tiempo está limpia. La piscina tiene dos cubetas, la de nado (normal) y una parte biológica con distintos filtros de gravas, piedras de río, plantas acuáticas… que ayudan a limpiar el agua de la piscina.
Cocuyo es fruto de una historia de amor, y eso se ve en todos los detalles del alojamiento, sobretodo en las habitaciones y en la comida.
Han intentado que no se vean los materiales de construcción (cemento, plástico…) por ningún lado, revestir las habitaciones con piedra y maderas. Tienen un pozo de agua y bombean agua pura mineral de la propia península de Samaná y ahora están en proceso de instalar paneles solares.
Los productos utilizados en la cocina son totalmente de proximidad, para asi tratar de ir al supermercado lo menos posible y ayudar a la comunidad local.
La esencia de Cocuyo pasa por combinar mar y montaña, una pareja que a priori parecía no poder llevarse bien en República Dominicana, pero es la sintesi de la propia península de Samaná. Por eso ofrece salir a navegar por la bahía de Samaná en velero, con el aliciente de poder ver ballenas si nos encontramos en época de cría. La excursión se hace con la vela desplegada, ideal para relajarse, y tiene una parada en Cayo Levantado, una de las playas con el agua más bonita que he visto nunca (Eso si, llena de los residentes del resort que ocupa la isla de forma exclusiva)
Lo mejor de Hacienda Cocuyo: su piscina infinity sobre el valle de palmeras y las vistas sobre el mar al despertar.
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El Valle Ecolodge
Adentrarse en la carretera que lleva hacia el Valle es emprender un viaje hacia el corazón de Samaná, conducir por una carretera algo bacheada y una inmersión en la vida local y rural de República Dominicana, pasando por improvisados campos de cricket en los que es fácil encontrar a los locales practicando este deporte por la tarde.
Es fácil pasarse la señal de entrada a El Valle Lodge, pues la carretera que gira a la derecha es estrechita. Cuenta con 8 cabañas rustic-chic (como ellos las llaman), a las que se llega por caminitos de piedra y madera entre el bosque, y en las que no se utiliza llave, pues la confianza es clave.
La única zona con wifi es el restaurante, situado frente al río, en dónde se sirven los desayunos elaborados con productos del propio huerto o comprados en los mercados cercanos.
Aquí es dónde está también el nido y las hamacas, una zona chillout para dedicarse a no hacer nada y disfrutar de la naturaleza.
En este caso se cumple eso de mejor calidad que cantidad. Hay pocas habitaciones, pero todas ellas exquisitas. Llama la atención el baño semiabierto, por lo que tienes la sensación de estar duchándote en plena selva, realmente todo un lujo para conectar con la naturaleza.
¿Echas de menos la playa, estando en República Dominicana? ¡Ningún problema! En 5 minutos andando desde el alojamiento llegas a Playa El Valle, una larga playa salvaje con palmeras que representa a la perfección la imagen que tenías en mente antes de venir aquí.
El alojamiento no solo es precioso, sino que tiene un proyecto sostenible muy potente detrás, que pretende promover el respeto por el medioambiente y la cultura local. Además están encaminados a ser totalmente off-grid en un corto plazo, obteniendo toda la energía de recursos renovables, apostando por envases de amenities biodegradables y aplicando conceptos diferentes de eficiencia energética en la arquitectura. Vale la pena leer su política de sustenabilidad para darse cuenta que no es un alojamiento turístico tradicional y lo comprometidos que están con la promoción del ecoturismo.
Lo mejor de El Valle Ecolodge es díficil de escoger, pero sin duda las manos de Carolina tienen mucho que ver. Ella es el alma del restaurante Gitana, en el cuál aplican el concepto de farm to table. Ella se encarga de elaborar unos platos de base vegetariana deliciosos (¡por no hablar de los postres totalmente caseros!)
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Alojamiento sostenible en Puerto Plata
En la costa norte hay grandes complejos hoteleros, sobretodo entre la zona de Puerto Plata, Playa Dorada y Cabarete, una de las capitales mundiales del Kitesurf. No en vano aquí fue la primera región de la isla dónde se construyeron los primeros todo incluido de República Dominicana.
Tubagua Ecolodge
Podría parecer que se complica eso de encontrar un alojamiento sostenible en Puerto Plata, pero para encontrar tesoros hay que buscarlos, y éste merece la pena. A 15 minutos del colorido centro histórico de Puerto Plata por una carretera de grava se encuentra el Tubagua Eco Lodge, dominando las vistas hasta el mar desde una altura de 1000m.
En los alrededores se encuentran cafetales y campos de caña de azúcar, que es posible visitar en un trekking.
Desde el primer momento aparece el concepto turismo comunitario, pues el proyecto se basa en ayudar a la comunidad a desarrollar sus propios proyectos, estimulando de esta forma el trabajo y las oportunidades de la zona rural y fomentando los intercambios culturales con los visitantes. Además se utilizan los recursos naturales de forma consciente, y el manantial natural permite abastecer de agua a las comunidades cercanas. Viendo los proyectos medioambientales y su localización, no es de extrañar que haya recibido la distinción Gold-level GreenLeader de TripAdvisor
Las cabañas de estilo Robinson Crusoe se reparten en diferentes alturas, por lo que todas tienen vistas panorámicas. De nuevo un lujazo despertarse cuándo los primeros rayos de sol iluminan la habitación. Al entrar había un kit de bienvenida con una botella de cristal y repelente de mosquitos, algo que se agradece. Con neumáticos usados han construido muros de contención en los caminos que unen las diferentes cabañas.
Tubagua dispone de dos zonas de relax: el bar restaurante, con una amplia terraza; y la zona del jardín, con diversas plantas y flores autóctonas y una pequeña piscina en la que refrescarse.
Lo mejor de Tubagua ecolodge es la abundante cena degustación preparada con productos locales , servida en bandejas de las que cada uno se servía su porción y que compartimos en una mesa alargada con el resto de huéspedes, creándose un muy ambiente.
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Alojamiento sostenible en Barahona
La mayoría de la gente que visita República Dominicana suele quedarse en las zonas más pobladas del este y norte, no visitando la región de Barahona. Aunque a quién llega aquí, le espera literalmente, el paraíso. El mar mar tricolor y furioso que baña las playas de esta zona, en la que hay algunos merenderos dónde los dominicanos vienen a pasar los días festivos.
Platón Ecolodge
Nuestro alojamiento en Barahona fue quizás el que más se acerca al todo incluído, al tenerlo todo para no querer salir del resort. En primer lugar, hay que dejar nuestro vehículo en la localidad de Paraíso, dónde un 4×4 nos recoge para llevarnos hasta el Rancho. El camino está bacheado a más no poder e incluso el jeep tiene que hacer muy despacio algunos tramos. Luego vemos que suben y bajan tranquilamente algunas motos, ¡pero los lugareños están más que inmunizados!
El Rancho Platón Ecolodge se basa en una desconexión absoluta, lejos del mar y metidos en un bosque salvaje. Este proyecto 100% dominicano pretende poner en valor las tierras del interior y permitir que la gente vuelva a reconectar con la naturaleza. Toda la energía que se utiliza procede de una pequeña hidroeléctrica y el agua del recinto, incluso la de los aspersores, de un manantial cercano, que fluye de forma natural hacia el mar.
Todo está cuidado hasta el más mínimo detalle, para hacerte sentir super bienvenido y que solo quieras quedarte.
El sistema de alojamiento se divide en dos: las cabañas en los árboles, unidas por un sistema de pasillos elevados, y las que están en el bosque (Bambú y cascada), estando la nuestra en un bosque de bambú como los de Asia.
El wifi solo está disponible en el restaurante, por lo que puedes aislarte en tu cabaña si deseas disfrutar de tu momento de paz. Hay una cascada natural en el mismo recinto, junto a la cuál te pueden servir el desayuno si así lo deseas (¡créeme, es de lo más relajante!). ¿Cuántas veces has saboreado un desayuno en un lugar así?
¿Y qué hago yo ahi metida, sin wifi? La estancia en Rancho Platón incluye actividades como montar a caballo por los cafetales cercanos, realizar toboganning en una de las piscinas o atreverse a bajar por el río con los donuts hinchables. También nos pueden acompañar a escalar la cascada y llegar hasta el nacimiento de la misma, situado unos metros más arriba del recinto.
Si bien el menú del restaurante está demasiado occidentalizado para mí gusto (se echan de menos platos típicos dominicanos), este concepto de todo incluído en plena naturaleza es un modelo muy a tener en cuenta, especialmente si se huye de la masificación y uno quiere reencontrarse con su yo más salvaje.
Lo mejor del Rancho Platón es sentirte lejos de toda preocupación y rodeado de naturaleza allí dónde vayas. ¡Una elección perfecta para unos días de tranquilidad absoluta!
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Alojamiento sostenible en Pedernales
Pedernales es el último pueblo antes de encontrarse con la frontera con Haití, y muy probablemente, el punto más alejado de Punta Cana en toda la isla. El camino hasta aquí es largo, árido y pesado, aunque la carretera costera desde Barahona hasta la laguna Oviedo da una tregua, pues aquí se pueden observar flamencos en su hábitat natural.
¿Qué justifica el palizón de coche, entonces? Quién viene hasta Pedernales muy probablemente tenga una razón de peso: visitar Bahía de las Águilas, una larga playa de arena fina y blanca que ha sido nombrada como una de las mejores playas del mundo.
Normalmente a esta playa se llega en bote, pasando muy cerca de las curiosas formaciones rocosas de los acantilados, en las cuales habitan diferentes tipos de aves;aunque también es posible hacerlo andando o en 4×4 muy preparados. Y por mucha gente que haya, siempre tienes tu rincón de solitud.
Rancho Típico Bahía de las Águilas
Al estar dentro del Parque Natural de Jaragua , (uno de los muchos de República Dominicana), ell único alojamiento que se ha permitido son dos glampings, siendo uno de ellos el Rancho Típico Bahía de las Águilas, dónde nos alojamos nosotras.
¿Qué es un glamping? Es camping con glamour, es decir, sin las incomodidades de tener que montar la tienda, dejarte los riñones en el suelo… si bien es verdad que no es el glamping más cuqui del mundo, tiene un as en la manga contra el cuál es difícil competir.
Llegar a este camping no es fácil, la carretera es un camino de baches y grava que obliga a ir despacio hasta a los 4×4. Durante el trayecto te preguntas varias veces si merece la pena, pero al llegar se te despejan todas las dudas que te puedan haber surgido: las tiendas están colocadas a un par de metros de la orilla, en elevado.
En el exterior dos sillas de plástico te ofrecen una vista del óceano, y en el interior de la tienda dos mullidas camas montadas en somieres te recuerdan que está noche vas a dormir bien, muy bien, mecido por el ruido de las olas. Eso si, recuerda ir al baño antes de dormirte, pues estos y las duchas se encuentran separados de las tiendas e igual necesitas alumbrarte con la linterna del móvil. El agua no es caliente sinó tibia, debido a la acción del sol sobre los depósitos de agua durante todo el día, y un poco salada.
Muchas veces utilizamos la expresión poética que un camping o tienda de campaña es dormir en un hotel de 1000 estrellas, pero es que aquí se cumple. Al estar tan alejado de la civilización en general, hay muy poca contaminación lumínica, por lo que es fácil sacar la cabeza por la cremallera de la tienda y ver que el cielo se te cae encima (esa fue la consigna que me dió mi compañera para despertarla a las tantas, si había tal cantidad de estrellas). Entonces te sientas en las sillas, escuchas el mar y te sientes un pequeño punto en el universo.
Pero es que te despiertas cuando el sol empieza a calentar la tienda de campaña y el mar que por la noche era oscuro, ahora brilla con luz propia, en tonos turquesa y azul, que observas embelesado desde la terraza dónde se sirve el desayuno buffet a base de salami dominicano, mangú (una especie de puré de patatas con plátano) y huevos revueltos con verduras.
Hay quién viene hasta aquí para disfrutar de las especialidades gastronómicas del restaurante, a un precio más que asequible para los turistas. Aunque la estrella es el marisco, no te vayas sin probar el Bahía Fungo , una especie de tartaleta con masa de plátano y relleno de carne o pescado variado y fresco.
Las excursiones a Bahía de las Águilas se contratan en el mismo restaurante, y lo mejor es juntarte con más huéspedes para compartir bote y reducir asi los gastos. Por entrar al parque Natural hay que pagar 150 pesos (unos 3€) que se destinan a la conservación.
Hay opciones que incluyen la comida en la playa, para asi aprovechar el día a tope. ¡No olvides llevarte crema y un bidón con agua, porque en Bahía de las Águilas no hay nada, literalmente!
Lo mejor de Rancho Típico Las Cuevas es sin duda su ubicación. ¡Esto si que es primera línea de playa! No podemos obviar que esto tiene unos inconvenientes (como ir lleno de arena todo el día), pero las vistas y el trato que recibes lo compensan todo. ¿Había mencionado sus atardeceres de infarto? ¡y sin moverte de casa!
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Aunque cada uno de los alojamientos mencionados en este post tiene su encanto y es imposible no querer quedarse unos días más, yo personalmente me quedo con el Rancho por la noche tan especial que pasé y porque nunca había dormido tan cerca del mar.
Ojalá el gobierno se preocupe por mantener esta zona como el paraíso que es y no busque lucrarse llenándola de megaconstrucciones, que destrozarían la belleza natural que tiene este rincón del país.
Estos han sido nuestros alojamientos en la ruta de 15 días por República Dominicana por libre. Como véis no solo es posible salir de los resorts de las grandes cadenas hoteleras, sí no que ya hay alternativas sostenibles que marcan la dirección a seguir.
