Hay ciudades que uno asocia al invierno, al vin chaud, a los mercadillos navideños y a ese olor a canela con castañas que te explota en la nariz. Salzburgo es una de ellas. Pero, sorpresa: en verano, la ciudad se quita el abrigo y te lanza una invitación sin filtros. Y resulta que es igual de mágica. O más, porque puedes descubrirla sin morir de hipotermia, aunque cuidado, ¡que el verano centroeuropeo puede ser bien caluroso!
Si visitas Salzburgo en verano, estos son los planes imprescindibles para disfrutarla con o sin niños.
Lo mejor es que todo está cerca, muy fácil de recorrer con peques (o sin ellos), y que combina como pocas el slow travel con el “no me quiero perder nada”. Desde bañarte en un lago glacial hasta pedalear entre escenarios de película, pasando por minas subterráneas que parecen diseñadas por un parque temático austriaco.
En este post encontrarás
Perderse sin mapa por el centro histórico de Salzburgo
Primera norma no escrita: olvídate del GPS. El casco histórico de Salzburgo (Patrimonio de la Humanidad desde 1997) está hecho para caminarlo a la deriva. Calles empedradas, pasajes secretos, fachadas barrocas, tiendas de marionetas, relojes que marcan otra época y olor constante a pretzel recién horneado, sobre todo en el mercadillo al aire libre de la Universitätsplatz.




Consejo: empieza por Getreidegasse, la calle más famosa (y más instagrameada), donde nació Mozart. Pero no te quedes ahí. Explora las callejuelas laterales, crúzate el río Salzach, y piérdete un rato largo.



En busca de la eterna navidad
Y si vas con niños, ni te preocupes: las fuentes de agua fresquita que te sorprenden en cada plaza y las tiendecitas llenas de juguetes antiguos se encargan de entretenerlos. En la Judengasse encontraréis algunas de las tiendas de navidad de la ciudad, así como la famosa juguetería Steiff, aunque mejor no mirar los precios


El pecado es dulce
En tu paseo por el casco antiguo de Salzburgo, te será imposible no parar en el escaparate de algunas de las famosas pastelerías de la ciudad. Y es que aquí se inventaron los Mozartkügel, unos bombones de chocolate, almendras y mazapán de lo más característicos. Un sitio muy pintoresco para tomar algo es el café Tomaselli, con más de 150 años de historia. ¡Lo reconocerás por sus coloridas sombrillas!


Refrescáte en un biergarten
Cuando el calor aprieta, ¿por qué no hacer como los austriacos y buscar la sombra de un Biergarten? Y si además hay música en directo, ¡mucho mejor! Busca el Sternbrau y relajate un rato bajo los árboles. Además hay unas pequeñas fuentes en las que los críos pueden jugar. ¡Lleva efectivo, porque no se puede pagar con tarjeta!


Pruébate un traje típico
En la plaza de la catedral encontrarás una tienda de lo más curioso, la Salzburger Heimatwerk. En ella los modistos realizan de forma artesanal los trajes típicos de Salzburg. Dicen que el Dirndl , el vestido típico de las mujeres, sienta bien a todas, independientemente de su cuerpo.


La ruta en bici por los escenarios de Sonrisas y Lágrimas
Confesión impopular: no he visto Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music). O al menos no entera. Lo más probable es que la pasaran alguna vez en la tele un domingo por la tarde, doblada en castellano y con un filtro sepia que echaba para atrás. Así que cuando nos hablaron de hacer una ruta en bici por los escenarios de la película, lo único que me llamó la atención fue la bici.

Pero resulta que el tour es mucho más que Julie Andrews cantando en un prado. Es una excusa buenísima para salir de la ciudad, pedalear sin prisas por valles y jardines, descubrir lagos escondidos y ver Salzburgo desde fuera hacia adentro. Desde la bici, la ciudad se revela de otra manera: menos postal, más real.




Hicimos el tour con Fräulein Maria‘s y durante unas 3 horas vas pasando por villas señoriales, monasterios, bosques, plazas donde de repente suena la banda sonora en tu cabeza sin saber por qué (aunque no la hayas visto), y sitios que hasta los niños reconocen por TikTok aunque no tengan ni idea de la historia original.
El guía mezcla anécdotas de rodaje con historias reales de la familia Trapp, algo que se agradece porque así no todo es cine. Además, hay paradas para hacer fotos, descansar, tomar agua, o simplemente mirar el paisaje y pensar: ¿por qué no había venido antes a esta ciudad?
No hace falta haber visto la peli. No hace falta saberse ninguna canción. Basta con tener ganas de moverse, de sentir el aire fresco en la cara, y de ver que Salzburgo no se acaba en su casco antiguo. En verano, esta ruta es de lo más bonito y fácil que puedes hacer, incluso con niños en sillita o con e-bike si te da pereza pedalear.

Ver Salzburgo desde las alturas
Hay ciudades que entiendes mejor cuando las miras desde arriba. Salzburgo es una de ellas. A ras de suelo todo es bonito: plazas barrocas, callejuelas empedradas, escaparates con pretzels gigantes y tiendas de chocolate con apellido ilustre. Pero cuando subes, la cosa cambia. Todo cobra sentido. De pronto, ves el rompecabezas entero: los tejados verdes, el río que lo parte en dos, las montañas que la abrazan, y la fortaleza que lo vigila todo desde hace siglos.
La subida a la Fortaleza de Hohensalzburg es un clásico por una razón: es imponente, sí, pero también ofrece una de las vistas más mágicas de la ciudad. Puedes subir caminando o en funicular (spoiler: nosotros subimos en funicular y bajamos andando para no sudar ni morir en el intento). Desde arriba, además de flipar con las vistas, puedes entrar a los salones medievales, ver exposiciones y dejar que los peques jueguen a ser caballeros o princesas sin que nadie los mire raro.

Pero si lo que buscas es una vista más moderna con copa en mano, apúntate esta dirección: el rooftop M32, que está justo al lado del Museo de Arte Moderno. El museo está bien, especialmente si te gusta el arte contemporáneo raro-bien, pero la joya real es la terraza. No sabemos si es el mejor rooftop de Austria como dicen, pero sí podemos confirmar que el atardecer allí, con la fortaleza iluminada y una cerveza en la mano, sabe a vacaciones de las buenas. Además, no hay que vestirse de gala ni pedir reserva con dos semanas de antelación: aquí todo fluye.
A mí personalmente me gustaron más las vistas desde el M32, ya que incluyen a la fortaleza en el cuadro.

Dos miradores, dos estilos, una misma ciudad. Porque Salzburgo no se ve igual desde arriba… se siente diferente.
CONSEJO: Para subir a ambos sin cansarte, puedes usar el funicular o el ascensor directo al Museum der Moderne. Ambos están incluídos en la Salzburg card, una tarjeta que te permite acceder prácticamente a todas las atracciones y que tiene un precio muy adecuado (37€ para 48horas) , teniendo en cuenta que incluye todo el transporte público.
Pasear en busca del verde
Hay ciudades que se recorren con los pies, y otras que se sienten con la piel. Salzburgo tiene un poco de las dos, pero hay un momento del día , cuando baja el sol, se encienden las primeras luces y la ciudad se vuelve de color melocotón, en que lo mejor que puedes hacer es simplemente pasear.
Y no cualquier paseo: empieza en los jardines Mirabell, probablemente el rincón más fotogénico de toda Austria (sí, aquí también se rodó Sonrisas y lágrimas, por si te suena esa escalinata barroca y las estatuas con cara de póker). Pero más allá del cliché, Mirabell es un lugar para respirar bonito. Entre rosales perfectamente cuidados, fuentes, niños correteando y músicos callejeros que tocan Mozart sin pretensiones, hay una atmósfera que se te mete dentro.


Desde ahí, baja caminando hasta el río Salzach, el hilo plateado que divide la ciudad en dos. A un lado, las casas de colores pastel del Altstadt (casco antiguo); al otro, el barrio nuevo con cafés modernos y terrazas con vistas. Recorre cualquiera de las dos orillas, da igual cuál elijas: el aire es fresco, huele a verde, y se escuchan campanas mezcladas con pasos sobre piedra. No es raro ver a los locales poniendo los pies al fresco en el río, e incluso dandose un baño (ojo con la corriente)

Si tienes suerte, puede que pilles uno de esos atardeceres que tiñen la fortaleza de rosa. O que termines el paseo con un helado en la mano y un concierto callejero inesperado. Porque Salzburgo tiene eso: que sin hacer ruido, te regala momentos que no habías planeado.
Excursiones cerca de Salzburgo
Minas de sal de Hallein: aire acondicionado con toboganes incluidos
Imagínate huyendo del calor en pleno verano, y que lo primero que te ofrecen tras cruzar la puerta… es 10 °C de aire fresco, mineral y cortante. Bienvenido a las Salzwelten en Hallein, la mina de sal más antigua del mundo abierta al público. Con más de 2.600 años de historia, este lugar es una mezcla perfecta entre museo, aventura y parque temático (no por nada tardas unos 90 minutos en recorrerla). Como adultos no teníamos grandes expectativas, ¡pero nos encantó!

Te enfundan en un mono blanco de minero para que no pases frío y te subes a un trenecito que te internará unos 400 m en la montaña . Según bajas, de pronto entras en un mundo de sal que brilla con luces rojas y doradas, cámaras barrocas de un lago subterráneo y exposiciones sobre los celtas, los mineros medievales y la explotación moderna.
Pero espera, que lo intenso viene después: para descender entre niveles te subes a unos toboganes de madera y te deslizas hacia abajo entre risas y adrenalina . ¡Incluso hay control de velocidad!



Dato cómodo para familias: el tour está recomendado para mayores de 4 años. Hay también un espacio al aire libre, el Celtic Mountain, con recreación de aldea celta, un parque temático para niños y actividades interactivas. Nadie nos iba a decir que en la cafetería de las minas probaríamos el mejor apfelstrudel de todo el fin de semana.
CONSEJO: Aunque se puede llegar en transporte público, los horarios no son demasiado frecuentes, por lo que lo mejor es alquilar un coche en Salzburg o bien contratar la excursión a las minas con transporte.
Descubrir los lagos glaciales: postal alpina
Hay calor… y luego está el calor de ciudad centroeuropea en verano. Ese que se cuela entre callejones empedrados, que rebota en las piedras de las plazas barrocas y que no perdona ni a la sombra de una catedral. Así que si vienes a Salzburgo entre junio y agosto, lo mejor que puedes hacer ,literalmente, es huir al agua. Y para eso está el Wolfgangsee.
Durante el paseo en barco (incluido en la Salzburg card), la guía nos dijo que a solo 40 minutos del centro en coche o transporte público con el 150, este lago glacial es uno de esos lugares que parecen demasiado bonitos para ser reales. Agua turquesa, montañas reflejadas en el espejo del lago, barquitas de madera, gente en paddle surf… ¡Supimos inmediatamente que teníamos que ir al Wolfgangsee!

¿Se puede nadar? Sí. ¿Está fría? Pues según un panel, no demasiado. Pero tras los primeros tres segundos de “¡aymadremíaestomata!”, tu cuerpo entra en modo spa alpino natural, y no hay vuelta atrás. Lo mejor: hay zonas preparadas para bañistas. Todo muy Austria, pero con flow de vacaciones de verdad.
Puedes ir por libre, alquilar una bici acuática, darte un paseo en barco o simplemente caminar bordeando el lago hasta encontrar tu rincón. O simplemente sentarte a comer un helado con vistas.

Hangar-7: el museo que no sabías que querías visitar
¿Un hangar con aviones en mitad de Salzburgo? ¿Y qué pinta Red Bull en todo esto? Pues resulta que el dueño de la marca (sí, ese de las alas) es de aquí y montó su capricho personal en forma de museo, restaurante y santuario aeronáutico: el Hangar-7.
Lo que a simple vista parece un edificio moderno con forma de nave espacial de cristal, en realidad es uno de los lugares más sorprendentes de toda la ciudad. Si te gustan los aviones, helicópteros o coches de Fórmula 1, ya estás tardando. Y si no… también.

Aquí se mezclan joyas históricas de la aviación (aviones de combate restaurados, planeadores, helicópteros antiguos) con vehículos de carreras, motos de acrobacias y hasta obras de arte contemporáneo. Es como entrar en el garaje de un millonario obsesionado con la velocidad, pero con estética de galería.
Lo mejor: es gratis. Y tiene una cafetería/restaurante, con pop-up de estrella michelin donde puedes tomarte algo rodeado de motores y alas. Si vas con peques, flipan. Si vas sin, también. Porque aunque no te interese lo más mínimo el mundo motor, la puesta en escena y la arquitectura son tan espectaculares que vale la pena.


Está un poco a las afueras, cerca del aeropuerto, pero se llega fácil en bus con la línea 10. Y si lo visitas al atardecer como nosotros, premio doble porque la luz es una delicia.
Los jardines de Hellbrunn: trampas de agua, esculturas raras y humor barroco
A veces viajas buscando belleza. Otras, buscando tranquilidad. Y luego están esos lugares como Hellbrunn, donde lo que encuentras es… una especie de parque temático barroco con chorros de agua sorpresa que te empapan cuando menos te lo esperas.
A las afueras de Salzburgo, este palacio del siglo XVII es famoso por sus jardines trucados (Wasserspiele), un capricho del príncipe-arzobispo Markus Sittikus (el mismo que hizo la fortaleza, por cierto), que tenía un humor un poco retorcido. Le encantaba invitar a sus amigos a comer al jardín… y mojarles con fuentes ocultas mientras comían.




La visita incluye una ruta guiada (imprescindible para entender el lugar) que pasa por fuentes secretas, grutas bizarras, estatuas que se mueven con agua, autómatas hidráulicos, y mil detalles donde el agua es la protagonista. Si vas en verano, prepárate: te vas a mojar. Pero en serio. Y lo mejor es que los niños lo disfrutan como si fuera un parque acuático barroco. No exageramos.
Además del espectáculo en sí, los jardines son ideales para pasear, hacer picnic, o simplemente dejar que el peque corra libre. Y al fondo, en un rincón casi escondido, está la Gazebo de The Sound of Music (sí, esa famosa caseta de cristal), para los fans de la película.
Puedes llegar a Hellbrunn en bici desde el centro (¡planazo!) o en un bus directo, el 25. Y si tienes la Salzburg Card, la entrada está incluida.
¿Dónde comer en Salzburg? Opciones para todos los gustos
Aunque estemos de turismo intensivo, es importante parar a coger fuerzas. Os dejo los sitios que más nos gustaron, cada uno con su personalidad.
Restaurant Stiegl‑Keller, Salzburgo desde arriba
Si buscas comida típica, cervezas locales y vistas de escándalo, este es tu sitio. Situado justo debajo de la fortaleza, el Stiegl‑Keller tiene un jardín con sombra de árboles y panorámica completa del casco antiguo. Aquí puedes disfrutar desde un Wiener Schnitzel hasta el clásico Salzburger Nockerl acompañado de una cerveza Stiegl fresquísima desde el barril
Además, puedes comprar comida en el centro y llevarla al jardín para hacer un picnic con vistas. Sí, puedes saltarte el menú si te apetece algo más informal y disfrutar el panorama bajo los árboles. Ideal cuando el calor aprieta, pero sigues queriendo vivirlo austriaco: cerveza, paisaje y calma. ¡A nosotros comer a la sombra nos dio la vida!



Augustiner Bräu Mülln
¿Te imaginas una especie de biergarten gigante, con ambiente popular, mesas comunales y puestos de comida estilo mercado? Esto es el Augustiner Bräu Kloster Mülln, la taberna cervecera más grande de Austria, con más de 1.400 plazas en su jardín bajo castaños centenarios.
El plan es sencillo: coges tu jarra de cerveza, paseas por el “Schmankerlgang” (pasillo de snacks) y eliges tu comida entre salchichas, ribs, ensaladas, o puedes traer la tuya propia (solo comida, no bebida), y comer en el jardín con la cerveza comprada allí
Ruido sí, protocolo no. Ideal para cenar con niños: zona infantil, ambiente animado, comida variada y precios sin abusar.

Una salchicha rápida en la calle (Käsekrainer o Bosna)
No puedes irte de Salzburgo sin comer una Käsekrainer (salchicha con queso) o una Bosna (tipo hot‑dog con curry ketchup y cebolla). Estos puestos callejeros se llaman Würstelstände, y son omnipresentes en Austria: alimentos simples, baratos y llenos de sabor.
Perfecto para un almuerzo improvisado mientras exploras la ciudad: pides una salchicha caliente, la comes de pie, con mostaza o ketchup, y sigues caminando sin mirar el reloj. Algo tan auténtico como sabroso y muy viajero espontáneo.

Cena con concierto de Mozart en un salón barroco
Si quieres un plan diferente y elegante, apunta esto: el Mozart Dinner Concert en el Stiftskulinarium St. Peter, en el corazón de Salzburgo y el restaurante en funcionamiento intenterrumpido más antiguo del mundo, desde 903.
Combinan un menú de tres platos basado en recetas de la época de Mozart con un concierto en directo (dos cantantes y cinco músicos) interpretando arias de La flauta mágica, Don Giovanni y Figaro
Todo sucede en un salón barroco con con grandes lámparas colgadas, un espacio que tiene más de 1.200 años de historia y donde hubo invitados directos de la familia Mozart. La experiencia es íntima, refinada y evocadora: perfecta si quieres una noche cultural, romántica y con sabor a Sinfonía de la Serenata No 13.


Y para acabar, un tranquilo paseo para disfrutar de Salzburgo cuando ya no hace calor.

¿Cómo llegar a Salzburgo?
Si antes la opción más fácil llegar a Salzburgo vía Viena o Munich, ahora la cosa se pone en serio: Eurowings ha lanzado vuelos directos entre Barcelona y Salzburgo, operando los viernes por la tarde (salida desde BCN a las 19:35, llegada a Salzburgo a las 21:40) y los lunes por la mañana (salida desde SZG a las 06:55, llegada a BCN a las 09:05)
Eso significa que te puedes montar una escapada de fin de semana, teniendo en cuenta que tendrás que pagar la noche de hotel en Salzburgo del domingo al lunes.
- Viernes tarde: vuelas, llegas, dejas la maleta y, si te da tiempo, te tomas tu primer copazo local.
- Lunes por la mañana: vuelta tranquila, incluso si madrugas, llegas a Barcelona con el resto del lunes por delante.
El trayecto dura dos horas y pico y sale desde el aeropuerto Salzburg Airport – W.A. Mozart, a apenas 3 km del centro, con conexión en bus o trolley en unos 25–30 min.
Si ya tienes planes para verano, Eurowings continuará y ampliará sus vuelos a Barcelona durante el invierno.
Aquí tienes todos los detalles sobre lo que está previsto y lo que ya está a la venta:
Otoño: ampliado hasta el 10 de noviembre.
Navidad: del 19 de diciembre al 5 de enero (lunes y viernes)
Semestre / invierno: del 9 de febrero al 23 de febrero…
y luego de nuevo a partir del horario de verano (27 de marzo) de forma continua (previsiblemente dos veces por semana)











