A primera vista, Nowa Huta no está en las prioridades de nadie que visite Cracovia. Queda muy lejos de las imágenes de cuento de casitas de colores que asociamos a la ciudad, de las leyendas de dragones, las calles empedradas, los bares cuquis y las atracciones como la fábrica de Schindler, el castillo de Wawel y uno de los cascos antiguos más visitados de Polonia, lugares que aparecen en todas las listas de qué ver en Cracovia. De hecho, en la edición digital de Lonely Planet Epocket Krakow, no aparece hasta que llevas el 76% de la guía, y apenas le dedica un par de hojas. Y sin embargo, fue lo primero que visitamos de la ciudad, exceptuando el paseo nocturno por el centro desde la estación central hasta nuestro apartamento.
Nowa Huta, el barrio comunista de Cracovia
Su nombre no puede ser más claro: Nowa Huta, nueva acerería. Y es que esta ciudad, actualmente uno de los barrios de Cracovia, se construyó de 0 después de la IIGM para mostrar las bondades del comunismo a los habitantes de Cracovia, una ciudad que había sido muy crítica con el régimen soviético. Tenían que encontrar con qué enfrentarse al ambiente intelectual de la ciudad. Se habla de ella como el regalo del «tito Joe» Stalin , aunque en el fondo se tratase de una especie de conglomerado industrial donde mantener controlados a obreros y campesinos bajo el pretexto de dotarles de unas mejores condiciones laborales y de vida. La ciudad se planeó cuidadosamente, siguiendo el modelo comunista (aunque irónicamente también con influencias del Nueva York de los años 20), con grandes avenidas y espacios verdes comunes, para que a los trabajadores no les faltara de nada: cada bloque tenía su jardín interior, su tienda de ultramarinos…
Y por supuesto, no podía faltar el trabajo. La construcción de la fábrica de acero Huta im. Sendzimira (anteriormente conocida como Huta im. Stalin) tenía un tamaño de 5 veces el centro histórico de Cracovia y daba trabajo a 40000 personas. Para ellos se construyó la ciudad denominada«El sueño comunista» formada por bloques de apartamentos con acabados deluxe (y electricidad y agua caliente) propiedad del estado para atraer a la masa obrera y ser un referente, convirtiéndose en los años 50 en una de las ciudades europeas más avanzadas.
Viaje al pasado en Trabant
Hemos quedado a las 9.30 y jarrea sobre Cracovia. Un tiempo ideal para ambientarnos en nuestro viaje al pasado más gris de la ciudad de Cracovia, a través de un tour en trabant por Cracovia. Un Trabant de color azul eléctrico aparece por la izquierda y aparca como puede sobre la acera.
El coche no tiene desperdicio. De él sale Maciek, nuestro guía. Nos presentamos y paso a ocupar el asiento trasero del Trabant, un coche mítico que parece que va a caerse a trozos, con un detalle peculiar: el techo es como de peluche, todo muy kisch. Entre golpes al cambio de marchas nos explica que él es hijo de Nowa Huta y que por lo tanto, conoce bien el barrio y se alegra que la gente esté interesada en ir.
Los 10 km que separan el centro de Cracovia de este barrio los pasamos acompañados del ruido incesante del parabrisas y con algunos baches, que en el asiento trasero se sufren más dada la ausencia del cinturón de seguridad, que de eso en los 50 no había. La dirección asistida también brilla por su ausencia y en el tablero desnudo hay una radio incrustada. Solo 3 botones y algunos cables asomando. El cambio de marchas parace tener su truco, a juzgar por los golpes que recibe.
La avenida de las Rosas
Se empiezan a ver los primeros bloques de la «nueva» Nowa Huta. Y es que el barrio está dividido en dos partes: el que se construyó primero (o antiguo) y las expansiones, como los juegos de mesa, que tuvieron que construirse para dar alojamiento a la gente que venía a trabajar a la fábrica, el eje de todo este proyecto. Entre el día gris y los bloques de hormigón que parecen colocados con copiar y pegar, tiene guasa imaginar que el régimen llamó a este lugar la avenida de las Rosas, un lugar que en su momento estaba lleno de rosales para alegrar a los trabajadores de este barrio y que debía conectar con el ayuntamiento, un proyecto que nunca llegó a completarse, dejando la avenida de las rosas como otros tantos proyectos soviéticos, en una calle a ningún lugar. Esta avenida pronto se convirtió en la calle comercial más importante del distrito. Incluso en los días de crisis, las tiendas cercanas tenían las estanterías llenas gracias a las reservas del estado, creando así una ilusión de bienestar y abundacia, una forma de ensalzar el régimen ofreciendo una falsa imagen de protección.
Al final de esta avenida y situada entre edificios simétricos, se encontraba la colosal estatua de 7 toneladas de Lenin, el padre de este colosal proyecto de propaganda. Tras ser retirado en 1989, pocos meses después del colapso del comunismo, la plaza (y eje central de las grandes avenidas de Nowa Huta) pasó a llamarse Plaza de Ronald Reagan. Ironías del destino. Y es en esta plaza dónde se encuentra uno de los Bar Mleczny más genuínos de toda Polonia (y que en nuestra visita estaba cerrado al ser sábado santo), en el cuál aún es posible pedir una sopa, un entrante y una bebida por 8zlt (unos 2€).
Restauracja Stilowa
Se dice de Nowa Huta que es un barrio peligroso con una alta tasa de criminalidad, aunque generalmente eso se suele aplicar a todos los extraradios, y generalmente por gente que no vive en ellos. Para el visitante, la sensación es como si nada hubiera cambiado en 60 años. Y una muestra de ello es el Restauracja Stilowa, un viaje en el tiempo hasta los años 70. Inaugurado en el 56, poco ha cambiado desde entonces, ni la decoración ni la clientela (posiblemente, tampoco los camareros), y se ha convertido en uno de los símbolos de status del barrio. Tienes la sensación de estar entrando al restaurante dónde se celebró tu bautizo, aunque con un ligero aroma a vodka. Aquí hay una pequeña réplica de la estatua de Stalin, anclada a una mesa, no sea que alquien se la quiera llevar de recuerdo.
Es aquí donde empiza la parte cultural del tour. Maciek saca unos álbumes y nos empieza a contar sobre el periodo comunista con imagenes que ilustraban los «logros» de la época, pero también sus miserias: las cartillas de racionamiento, las colas… Se nota que le apasiona la historia y es capaz de transmitirlo en cada palabra, aunque no es historiador y estamos avisados que lo que nos cuenta es una mezcla de historia y anécdotas. A medida que avanzamos en las fotos, nos van saliendo más y más dudas sobre el régimen, puesto que nosotros lo vemos algo muy lejano.
La fábrica de acero
Parece que durante el rato que hemos estado en el Stilowa la lluvia nos ha dado una tregua y volvemos a subirnos al Trabant para dirigirnos hacia el centro neurálgico de Nowa Huta, la fábrica de acero. Porque sin la fábrica no hubiera nacido el barrio. Se comenta que la fábrica fue construida aquí para molestar a los intelectuales de Cracovia, pues la región es pobre en recursos y materias primas para hacerla funcionar.
Se inauguró en 1954 bajo el nombre de Huta im Lenina, aunque tras la caída del comunismo se cambió el nombre a algo más amigable, la actual Huta im. Sendzimira. En cualquier caso, las letras de la entrada nos devuelven otra vez al pasado. Aunque la fábrica mantiene su actividad, solo sigue en uso uno de los dos edificios que la flanquean. El otro ha sido abandonado, aunque por las fotos que hemos visto, el interior es digno de un palacio.
El apartamento de la abuela
Quizás la parte del tour más chula, aparte de todo el rato montados en el Trabant. Cuando al comienzo del tour nos explican que los apartamentos construidos eran deluxe, no llegas a imaginartelos. Por eso los chicos de Crazy Guides tienen alquilado un apartamento para el cuál no ha pasado el tiempo, al más puro estilo de la peli de Goodbye Lenin. Se ve que algunos turistas incluso llegan a preguntar si se les ha muerto la abuela.
Situado en un bloque de aspecto frío, subimos las escaleras hasta llegar al apartamento. Todo de madera, con 3 habitaciones, baño y cocina. Han ido recopilando el mobiliario y los objetos de decoración de anticuarios, pero realizas otro viaje en el tiempo (dentro del que ya estás haciendo con el Trabant): ¡cartillas de racionamiento hasta para el papel de WC!, alambiques en el baño para destilar vodka casero y una tele de tubo, en la cuál nos ponen un video de propaganda de la época de construcción del barrio. ¡Este barrio iba a ser la leche y sus habitantes serían la envidia de todos los polacos!
Maciek nos pregunta dónde nos deja de vuelta a Cracovia, y es que con tantas paradas casi nos han dado las 13.30, hora de comer. La verdad es que es un tour muy ameno que te transporta a otra época, y nuestro guía estuvo super atento y disponible a todas las preguntas que teníamos.
Debate post-tour
¿Qué os parece el apartamento? Tened en cuenta que el estado lo proporcionaba de forma gratuita a todos los trabajadores (aunque nunca les daba la propiedad), una forma de reclutar seguidores del régimen y de tenerlos contentos.
Después de todo lo aprendido durante el tour y la visita al apartamento, queremos dejar una pregunta abierta, que puedes contestar en los comentarios:
En la situación y época actual, ¿Aceptarías un piso de tres habitaciones con buenos acabados, agua, luz y electricidad por parte del gobierno, aún a sabiendas que eso te ata de alguna forma a su ideología y compromete tu libertad?