Un auto-regalo muy especial
Volví de Senegal el pasado 1 de enero, despidiendo el año 2018 por todo lo alto, porque sí, ¡porque me lo merezco! Senegal estuvo muy a la altura de este auto-regalo que me hice para finalizar el año. Un año con buenos y no tan buenos momentos, como todos, pero un año más de vida, de cumplir 30 y sentirme un poco perdida, a veces un poco sola, aunque feliz de toda la gente que me rodea, de mi familia, del trabajo que hoy tengo, del lugar donde habito…
Este viaje fue no solo un viaje en el que te desplazas de un lugar a otro, sino un viaje interno, hasta lo más adentro de mí ser. Lo sabía antes de empezar y lo confirmo ahora mientras escribo, pero sobretodo mientras escribía delante del mar viendo el atardecer desde la isla de Mar Lothie (más conocida como Mar Lodj por los turistas).
Decidí regalarme un viaje para las fechas de Navidad porque no me apetecía estar en el bullicio de una ciudad como Barcelona durante una época en qué, cada vez más, me da la sensación que enloquecemos un poco… y decidí hacer el viaje SOLA. Sí, SOLA.
Viajar sola a Senegal
Algunos pensaron (y me llegaron a decir) ¿pero cómo vas a ir tu sola a un lugar como Senegal, en unas fechas que son para estar en familia? Y yo pensaba, pero no tenía ganas de contestar: ¿y quién ha dictado sentencia que tengo que estar en familia porque es Navidad?
Quiero mucho a mi familia, tengo un sobrino de 2 años que es mi máxima alegría, pero no dejo de quererlos por no estar en unas fechas que cada año un poco más, me parecen artificiales y donde el consumismo triunfa por encima de todo valor emocional. Familia, amigos y amigas os quiero muchísimo los 365 días del año.
¿Por qué Senegal?
A muchos de nosotros nos cuesta ubicarlo en el mapa y, a priori, no es un destino con grandes atractivos turísticos, como Marruecos, Tanzania o Sudáfrica, ni figura en las listas de viajes de la mayoría de viajeros. Entonces, ¿qué me llevó a comprar un billete para este país africano?
Principalmente, la elección del país estuvo marcada por el descubrimiento del proyecto de ecoturismo Nguel Du Saloum a través de una red social y también por mi pasión por conocer lugares y culturas a través de la gente del lugar. Fué a partir de este encuentro digital que empecé a indagar más sobre Senegal y sobre el lugar concreto en el que estaba el albergue. Fué así como conocí Mar Lodj, una isla situada en el Parque Nacional del Delta del río Saloum, designado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en el año 2011.
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En este primer post no pretendo hacer una guía de los lugares imprescindibles a visitar en Senegal, para eso existen muchas guías de viaje, sino que pretendo compartir las sensaciones y vivencias que este destino me ha transmitido y cómo me ha inspirado .
Beneficios de viajar sola
Viajar sola a Senegal ha sido toda una experiencia. No era la primera vez que cogía mi mochila y me lanzaba a conocer mundo (hace años que me apasiona viajar, sobretodo viajar colaborando y realizando voluntariados por América Latina, Asia, África..), pero este viaje ha tenido un valor añadido más que no puedo escribir/describir, aunque intentaré transmitirlo. Me ha hecho un poco más fuerte como mujer, como persona.
Al moverte sola por el mundo vives situaciones imprevisibles donde aflora tu yo más interno y donde te puedes llegar a sorprender a ti misma por tus habilidades, reacciones, respuestas… El viaje ha dado lugar a muchas emociones, reflexiones, momentos de superación y de afrontar situaciones incómodas (sobretodo conmigo misma). ¿Y sabéis qué? Aunque parezcan complicadas o imposibles, luego las acabas recordando con cariño.
Tiempo para reflexionar
He podido conectar con mis más “feas” inseguridades y darles espacio y lugar y, paralelamente, vivir momentos de máxima felicidad, de conectar con mi yo más feliz y de vivir el aquí y el ahora. Por ejemplo, el día 25 de diciembre, Navidad, tuve el placer de ir a visitar una isla llamada Dionewar; jamás olvidaré el momento en que me encontré literalmente sola en medio de ese paraíso. Hacía años que no chillaba, saltaba y jugaba como una niña bañándome en el mar, cargando todo mi ser de energía positiva y sintiéndome valiente, fuerte y atrevida por estar allí (y mira que era un día para estar en familia…).
Al encuentro de las experiencias en Senegal
Viajando sola se generan momentos incómodos en que no sabes qué hacer, en que incluso te aburres y te llegas a preguntar quién te manda a ti a irte tan lejos de casa sola. Es en esos momentos en los que suelen pasar las cosas más espectaculares y te sorprendes a ti misma tomando un café (que los que me conocéis sabéis que no me gusta) en casa de un señor francés que no conoces de nada, bañándote en un muelle precioso de madera con tres chicos con los que te comunicas como puedes porque no habláis el mismo idioma, pero reís sin parar y aprendéis un montón los unos de los otros, te encuentras en una pirogue a las 3h de la madrugada cruzando el mar para llegar a tu destino final con un conductor que tampoco habla tu idioma pero que deseas que te lleve a dónde quieres ir, instantes de improvisar y dejarse llevar y sorprender por el mundo, por el destino.
Viajar significa confiar en gente que no conoces y que seguramente no volverás a ver nunca más, pero que formaron parte de momentos cargados de vida. Estar a punto de ser mordida por un perro y que te salven dos niños, ir en carro de caballos con luna llena por la isla y sentir el viento lleno de energía revitalizante en la cara, hablar sin hablar el mismo idioma, compartir sin esperar nada a cambio, sin objetivos ni pretensiones.
Y puede parecer que el lugar no ha tenido mucho que ver según lo que escribo, pero sí, y por ello quiero dar las gracias a Senegal por su magia, por su esencia y, sobretodo, por su gente. El sitio ha sido muy importante para mí y el sentirme como en casa en el alojamiento de ecoturismo Nguel du Saloum en Mar Lodj también. Próximamente hablaré sobre ello.