24 de febrero 2014
Después de un vuelo en el que las comparativas son odiosas (es demasiado estrecho, no reclina, poca comida…) aterrizamos en Bangkok. Al salir del aeropuerto nos abofetea en la cara un calor húmedo («Bienvenidos a Bandkok», parece decirnos), sin duda nuestro compañero de viaje de los proximos días. Tras perder media hora buscando un bus que hace tres años que anularon (pero sigue apareciendo en la info de los albergues), cogemos el SkyRail, el tren elevado que nos lleva al centro. Por el camino hay algunos templos y mi padre «alaaaaaa mira», ¡yo ya le digo que va a aburrirse de templos! Al salir pregunto a unas chicas que van al colegio cómo llegar a nuestra zona y nos paran un taxi, que pide demasiado, y un tuk-tuk. ¡De vuelta al regateo!! Acordamos 170 bahts (1€ aprox 44bahts) y montamos en la parte de atrás. Es un moto de tres ruedas, bastante inestable, que va sorteando el tráfico, por lo que el trayecto es una mezcla de adrenalina y miedo por la integridad física.
A las 1030 llegamos al Amarin Inn, situado al fondo de un callejón que huele mal. Es demasiado pronto para el checkin, pero Ali el dueño se desvive para darnos una habitación antes, por lo que podemos ducharnos (ohhhh yeah!) y salir a ver la ciudad, solo con una mochila medio vacia.
CUIDADO CON LOS TIMOS
En nuestro camino al primer sitio de mi itinerario en Google Maps nos asaltan varios tuk-tuk con la pregunta de ¿A dónde vais? A mi respuesta, empiezan a caer las excusas que he leido en todas las guías, uno de los «timos» a turistas de la ciudad: es feo, esta cerrado, os llevo a tal templo que es el último día… Casualmente todos quieren llevarnos a los mismos tres templos y que hagamos el circuito en barco de una hora que termina en Wat Arun «tomorrow closed». Como bien indican las guías, lo mejor es ignorarlos con una sonrisa y seguir con el plan inicial, aunque eso me costara algunos insultos (qué bien se vive sin saber inglés!!)
Primera parada Wat Mahathat, dónde unos monjes nos indican que tenemos que ver el gran buda. En los pasillos de alrededor, todo de figuras doradas. ¡A papá le brillan los ojos! Hay que descalzarse para entrar a los templos, pero no importa. Ahi está un enorme buda sedente, al cual le están haciendo ofrendas.
De alli a City Shrine Pilar, uno de los pilares de la ciudad, protegido por 5 espiritus guardianes. Allí los locales atañuelos de colores a las columnas. Seguimos andando hasta un par más de monasterios de nombre impronunciable, un poquito fuera del circuito turístico y de belleza infinita. En el primero hay arquitectura camboyana, mientras que en el segundo asistimos a la ceremonia de iniciación de un joven monje.
Hace demasiado calor y papá comienza a estar cansado, por lo que vamos en busca de algo para comer y de la escuela de masajes Wat Po, situada alrededor del templo. Aquí está el mapa, al lado del río.
De camino otra vez los tuktukeros intentan engañarnos, diciendo que la escuela está dentro del recinto de pago y que mañana el templo está cerrado. Seguimos adelante, hasta dar con una calle donde todo lo que venden son posters de reflexología, por lo que no podemos estar lejos. Al final la encontramos y por 840Bats los dos (19€) nos hacemos cada uno un masaje de una hora: papa el de los pies y yo el tailandés tradicional, ese que te crujen todo el cuerpo como si te dieran una paliza. Pese a todo, ¡yo me quedo frita!
Salimos como nuevos y volvemos a casa en el barco taxi, por 15Bats cada uno. Las tres horas de sueño en la salida de emergencia del vuelo no han sido suficientes y estamos destrozados.
CHINATOWN
Bajamos a cenar a Chinatown para ver el ambiente. Paro un taxi, le pregunto y el hombre me dice «Tri(something)» Le hago el gesto con la mano del numero 3 y asiente. Me parece raro, pues por muy barato que sea lo normal son unos 30. Tiene el taximetro apagado, le pregunto por él y se hace el loco, aunque su obligación es llevarlo encendido. Al llegar, nos pide 300! Me niego, le digo que habiamos dicho 3, que vale que pueda ser un malentendido pero 300 ni de broma (no haberme dicho los nums en tailandés!), que le pago 40 y que haber puesto el taximetro, que sé que es ilegal ir sin y nadie le ha obligado. A los 5 min de salir del taxi, me doy cuenta de que no llevo la camara (pero si la mochila), asi que aprovecho que está en un atasco para mirar por encima. Llegamos a la conclusión que se ha quedado eb la habitación, pues ninguno de los dos recuerda haberla cogido.
Pasear de noche por Chinatown implica cruzarse con un montón de puestos de comida callejera, con patos laqueados colgando y otras delicatessen chinas, todo bastante curioso.
Cenamos noodles y arroz con pato y negociamos con un tuk-tuk la vuelta a casa, 80 bats. Creo que el conductor se quiere vengar conduciendo rápido, pero es divertidisimo. Primer intento: parar el tuk-tuk y decirme «esa calle es Khao San (zona de mochileros por excelencia)». Esa calle esta unas tres por debajo de la nuestra, pero yo le digo que hemos negociado hasta el hotel, no hasta alli. Se hace el loco alegando que no ve bien, no problema, te hago más grande la pantalla donde llevo la info en tailandés. No excuses. Al ver que no bajos, arranca y TENGO QUE GUIARLE hasta casa!!!! Llegamos, le doy el billete de 100 y me dice «Thank you :)» Nono bonito, hemos negociado 80. Dame el cambio primero y yo te pago despues o nos bajamos y no te pago. Me dijo que ahora me daba el cambio, que le diera el billete. Y yo erre que erre que no, al final cedio y nos despidio riendo, diciendole a mi padre que era muy dura.
Primer día en la ciudad superado y como veis, muchas cosas que contar
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