Hoy no podrán con nosotros

Hoy Europa vuelve a ser noticia, han atacado su corazón, tanto geográfica como políticamente hablando. Dos bombas han sacudido la tranquilidad de Bruselas de buena mañana. Hace dos días dejaron de importar las historias de los refugiados que intentan entrar, en busca de una vida mejor; cerramos fronteras.

Hoy los medios no hablan de otra cosa: la muerte de inocentes que iban a trabajar o se disponían a tomar un vuelo. Todavía no se ha confirmado la cantidad exacta ni la autoría, todos se preguntan «¿Por qué? ¿Por qué a inocentes?» Algunos dirán que es el karma, por mirar hacia otro lado con gente inocente que huye de los mismos que (muy posiblemente) han perpetrado este atentado.

Hoy le llamamos masacre, cuando el drama de las fronteras ni siquiera recibe cobertura mediática (¿para qué?). Claro, hoy hablamos de muertes europeas, que parece ser tienen más caché en el ranking. Ya hay la excusa perfecta para no hablar más de refugiados en los próximos días, para eliminar esa realidad de la información diaria. Hay cosas más importantes.

Hoy habrá quien se ponga la bandera belga en su foto de perfil de las redes sociales, y estas se llenarán de mensajes tipo «je suis Charlie/Paris/Bruxelles«, «pray for Brussels» (¿Y quién reza por el resta del mundo, si es que la religión lo arregla?) o similares una vez más, y la percepción de que UE es el ombligo del mundo. Y lo digo no porque no me importe una ciudad en la que he pasado 4 meses de mi vida, sinó porque me hace gracia el filtro de la realidad.

Hoy alguien se ha reído, con muy poca gracia, de las infalibles medidas de seguridad. No hace falta ser un genio para pensar que antes del control de seguridad era posible hacer daño. Quizás sea por eso que en algunos aeropuertos sólo puedes acceder a la zona de checkin con la tarjeta de embarque y pasando un scanner. O como en el metro de Beijing, que no hay entrada que no disponga de su control de seguridad.

Hoy han conseguido lo que querían: que sintamos miedo. Miedo a salir de casa, miedo a que pase algo, miedo a la ausencia de lugares seguros, miedo a perder a nuestros seres queridos. Posiblemente esta tarde se reunan las fuerzas de seguridad para decretar medidas todavía más restrictivas, que alimentarán esta sensación de inseguridad. Nos dirán que estaremos más vigilados, para evitar tragedias como la de hoy, que es por nuestro bien. Se acabó nuestra «libertad», si es que aún creíamos tener algo.

Hoy como viajera tengo un nudo en el estómago y la piel de gallina mientras escucho el stream de Sky News Live. Siento impotencia, rabia y sobretodo tristeza. Quieren que pensemos que nos puede pasar a nosotros, en cualquier momento. Quieren que por eso dejemos de viajar. Cada vez que salgo de viaje, hay quién me dice que el mundo es un lugar inseguro. Que cuidado con ese país lejano, que es peligroso. Seguro que la historia te suena. ¿Y ahora qué? Nos han dado justo de lleno, en un país civilizado y «seguro», miembro de la todopoderosa Unión Europea, o eso creíamos.

Sin embargo, hoy no podrán con nosotros. No les dejemos ganar la batalla tan fácilmente, aunque hayan dado un duro asalto. Hoy no dejaremos que el miedo mate nuestros sueños. Hoy, y mañana y pasado, seremos muchos los que seguiremos subiendonos a un avión  (tras pasar exhaustivos -e inútiles- controles de seguridad) para conocer lugares nuevos y descubrir que el mundo está lleno de buena gente. Que el problema no es la religión, sinó el fanatismo. Hoy no dejaremos que la prensa envenene nuestras ilusiones y sobretodo, nunca nunca nunca dejemos que el miedo nos prive de vivir nuestra vida.