(Entrada escrita desde la tablet y en la parte de atrás de la furgo en movimiento. En casa será debidamente revisada, corregida y actualizada)

Recogemos la furgo

Salimos del Alex Guesthouse a las 8am en dirección al aeropuerto con la misma luz que había a las 2am cuando aterrizamos:0. Allí cogemos el Flybus (cortesía de Campeasy) hacia Reykjavik, ya que el aeropuerto de Keflavík se encuentra a 50km de la capital. La única referencia que tenemos son los dígitos rojos del reloj del autocar,pues seguimos en negra noche.
El bus nos deja en la BSI (estación «central» de buses) donde un taxi nos acerca (también cubierto por Campeasy) hasta sus oficinas, situadas a las afueras de la ciudad.
En Islandia hay una norma no escrita de dejar aquello que ha sobrado para el próximo viajero, así que en la oficina hay una estantería llena de comida que puedes coger gratis. Casualmente hay pan bimbo y sobres de Gallina Blanca etiquetados en español, por lo que deducimos que han hecho lo mismo que nosotros de salir cargados de casa😝😝Nos agenciamos media botella de vino para una cena romántica y una lata de atún. Al devolver la furgo dejaremos lo nuestro también (aunque dudo que las albóndigas lleguen al final del viaje).
Nos llevamos una Ford Transit como nuestra Terroneta pero mucho más nueva. Decidimos coger el seguro de grava (el de robo no hace falta en este país!) y un conductor adicional y cargamos las mochilas. ¡Empieza la aventura!

Hacia Golden Circle

Con las primeras luces del día (a las 11am!) hacemos los primeros km con Björketa, nuestra compi de viaje😚 Esperábamos encontrar mucha más nieve, pero la verdad es que la carretera está limpia y el paisaje está apenas cubierto por unos dedos de nieve. Vamos hacia el Golden Circle, una de las excursiones más famosas por reunir los grandes y poderse hacer cómodamente desde la capital en un día.

Þingvellir

Abandonamos pronto la carretera más famosa del país (la 1 o Ring Road) para coger la 35 hasta Þingvellir/Thinvellir, la cuna del parlamento más antiguo del mundo, establecido en 930ad. Además aquí se puede ver (y bucear en) la separación entre las placas tectónicas europea y americana. Es aquí dónde vemos el sol en su máxima esplendor y un montón de buzos con sus neoprenos listos para sumergirse en las entrañas de la tierra. El Parking es de pago tipo zona azul, por lo que nos turnamos para hacer las fotos.
Antes de llegar paramos en el mirador del lago Þingvallavatn, el más grande del país, y cuyo Parking esta lleno de coches. Aprendemos que allí dónde allá coches aparcados es que hay algo por lo que merece la pena salir del coche.

De camino a Geysir vemos las aguas humeantes de Laugarvatn, un pueblo con aguas termales. Pasamos por muchos campos con caballos islandeses, pero estos están demasiado lejos de la carretera o no nos es posible parar. Seguimos adelante hasta que vemos más caballos y coches parados, ¡ésta es la nuestra! Son caballos rechonchetes y paticortos que se parecen por tamaño a un poni, con una melena digna de un anuncio de pelo pantene y extremadamente amigables, por lo que nos acercamos a ellos como si fuéramos el hombre que susurraba a los caballos🐎

Geysir

Llegamos a Geysir. Se nota que es lugar turístico porque hay un aparcamiento (gratuito, eso sí), un restaurante,un par de hoteles y una enorme tienda de souvenirs. El suelo humea y el verde alrededor contrasta con el marrón del cráter y los riachuelos de agua tibia.

Nos acercamos (con extremo cuidado por las placas de hielo) hacia el Great Geysir, que erupciona prácticamente cada 5 minutos, como si tuviera en su interior un preciso reloj. Nos colocamos junto a la cuerda que evita el paso (ojo que el agua sale a 80-100°C!!) y esperamos. Observamos la orilla, el agua empieza a bajar, 3,2,1… Un amago. Seguimos pendientes, con la cámara grabando en el trípode. Vuelve a haber movimiento en la orilla, se retira y se forma una burbuja de un intenso color turquesa que precede a la explosión (acompañada de un oooooooooooooooooh de los allí presentes). Como si estuviéramos en un concierto, pedimos otra! Otra! y esperamos a que la naturaleza vuelva a actuar, esta vez con el modo ráfaga para intentar captar la burbuja. Nos vuelven a engañar los amagos pero la erupción ya no nos coge por sorpresa,aunque eso no signifique que no sea sorprendente.

Gullfoss

Volvemos a la furgo para dirigirnos a la última parada de este tour, la imponente cascada de Gullfoss, que yo tenía la esperanza de encontrar congelada. Otro gran aparcamiento con tienda y restaurante y dos recorridos para verla en todo su esplendor: uno por la parte de arriba (con puente sobre el acantilado) y otro por unas resbaladizas escaleras, por el que podemos bajar un poco más. El camino que se acerca a la base de la cascada está cerrado por el hielo y la nieve.
Contra todo pronóstico (quizás el invierno no está siendo tan duro) la cascada no está helada, pero eso no le quita ni un ápice de su belleza. Su inmensidad nos deja a todos sin palabras y sobrecogidos por la cantidad de agua que baja (recordemos que estamos en una isla!)En días de sol es posible ver el arcoiris sobre la cascada.

Lo mejor para el final

Son casi las 4 de la tarde y la luz empieza a caer. Antes de salir de casa habíamos planeado pasar la noche cerca de unas pozas de aguas termales. Al ser una isla con volcanes vivos, son muchos los puntos (más allá de de la artificial blue lagoon) dónde el agua caliente brota de forma natural y los islandeses lo aprovechan para socializar en un baño caliente y combatir el frío. Los chicos de la agencia Arctic Yeti nos indicaron que había una cerca de Hrundir e investigando un poco dimos con las coordenadas. Así que nos metimos por la 34, una carretera asfaltada pero llena de baches dónde extremamos la precaución por posibles placas de hielo. Tal y cómo habíamos leído, había un pequeño Parking (con las señales de prohibido acampar y cagar) con un par de coches aparcados, señal de que en ese lugar había algo interesante. El lugar ideal para pasar nuestra primera noche en la furgo.
Con algún grado bajo zero sacamos de nuestras mochilas toalla y bañador👙 y subimos la cuesta hacia una pequeña cabaña que utilizan como cambiador.

En una de las pequeñas pozas hay una reunión familiar, así que empezaremos por la que hay al salir de la cabaña. El frío quema pero las ganas de probar algo tan islandés en plena naturaleza (y gratis) nos pueden. Inspiramos hondo y contenemos la respiración mientras nos quitamos la ropa y nos ponemos el bañador. Nos tiramos al agua caliente entre gritos. A nosotros nos parece que está hirviendo, pero el cuerpo de acostumbra rápido y una espectacular sensación de bienestar nos invade, aunque se desvanece cada vez que sacamos una parte del cuerpo del agua.

El Residente se lo piensa, y nosotros cambiamos a la poza grande, resguardada del viento y con burbujitas que manan de entre la tierra.
Por fin el Residente decide meterse y nos quedamos un rato más, visualizando con dolor el momento de la salida. Nos han dicho que sólo hay que secarse rápido y el frío desaparece, pero no lo tenemos tan claro,aunque así lo hacemos y la verdad es que pasados los primeros segundos fuera del agua y ya secos empezamos a entrar en calor.
Nuestros compañeros de viaje nos esperan en la furgo con la sopa de sobre lista y caliente, un regalazo que entra como el mejor manjar.

Son poco más de las 8 de la tarde cuando desmontamos la mesa, mntamos las dos camas yla encendemos la calefación. ¡Todo listo para pasar la primera noche!
Gastos del día (a dividir entre 4)
Habitación cuádruple Alex Guesthouse 11900isk (100€ aprox)
Extras furgo (seguro grava, conductor adicional y gas) 11800 isk,