(Entrada escrita desde la tablet y en la parte de atrás de la furgo en movimiento. En casa será debidamente revisada, corregida y actualizada)
Primera noche en la furgo
Despertamos tras nuestra primera noche los 4 en la furgo. Hemos dormido con capas de ropa, los nórdicos que venían en la furgo y la calefacción encendida. Cometimos el error de furgoneteros novatos de apagar la calefacción un rato porque el indicador de la batería estaba un poco bajo, por lo que a media noche hizo un poco de rasca, que solucionamos volviéndola a encender y aquí no ha pasado nada.
Salimos de la furgo y dónde ayer había nieve hoy hay sólo piedras, ¡parece que estamos en un país completamente diferente de la noche a la mañana! (Aunque todavía sea de noche a las 9:30 am!). Antes de entrar en la carretera miramos la página road.is, que actualizan a diario con las condiciones de TODAS las carreteras del país, algo imprescindible en esta época. Nuestra carretera está en verde pese a ser secundaria, así que iniciamos el día de conducción.
El hermoso sur
Aunque todo el país es espectacular, el dios que repartió los atractivos debía sentir debilidad por el sur de la isla: cascadas, playas con columnas basálticas y lagunas glaciares. La relativa proximidad con la capital («apenas» 5 horas separan Reykjavik de la impresionante laguna glaciar Jökulsárlón) hace que haya un montón de empresas que organizan excursiones diarias en autocar a la zona. Son de esas que tanto nos gustan:»bajen, hagan fotos y suban, que aún nos quedan 4 puntos más y se nos hace de noche» Este ritmo hace que los lugares más turísticos se llenen y se vacíen rápidamente, por lo que si nos quedamos un ratito más, vuelve la calma y la tranquilidad del lugar.
Seljanlandfoss
Una fina lluvia nos acompaña en el tramo hacia una de las maravillas más fotografiadas de Islandia: la cascada de Seljanlanfoss. Así por este impronunciable nombre igual no te suena, pero si te digo que puedes caminar por detrás, seguro que ya te viene alguna imagen a la cabeza. Es imposible perderse el desvío a la izquierda de la r1, porque si vienes desde Reykjavik se ve una raya blanca que corta la montaña desde unos kilómetros antes de llegar, además que prácticamente todos los coches de delante harán el mismo giro para aparcar de forma gratuita en el aparcamiento habilitado (con lavabos y todo)
Te cruzas con gente que vuelve completamente empapada.
-«Menudos cafres, seguro que no es para tanto»
La señora que camina delante de ti lleva un impermeable de esos que te venden en Port Aventura para protegerte en las atracciones de agua ( y que todos sabemos que no sirven para mucho). «Exagerados». El día no acompaña y la lluvia se mezcla con el agua que el viento expulsa de la cascada. Intentar hacer una foto es casi misión imposible, pues la lente queda empapada a los pocos segundos, lo que genera un dilema: ¿vale la pena arriesgar la cámara por una foto?»pero es que es taaaaan impresionante😍😍» Al final te convences que la mejor idea es guardae la en la funda (que tampoco correrá mejor suerte) y seguir grabando con la xiaomi yi dentro de su funda de agua.
Nos enfrentamos a una dura lucha contra los elementos: el agua, el viento y unas escaleras que ascienden por la parte derecha de la cascada. Una vez te has decidido,ya no hay vuelta atrás. Mucho nos reíamos de la señora del chubasquero, pero razón no le faltaba a la buena mujer. Antes de empezar a subir las escaleras ya empiezas a notar el agua que el viento arrastra fuera de su cauce, y a medida que vas subiendo ya no son gotas sino chorros, por lo que deseas que la etiqueta impermeable de tu ropa realmente haya pasado todos los test para vivir bajo el mar. Odias la lluvia con toda tu alma y aquí esta «lluvia» te impide disfrutar al 100% pero a la vez es intrínseca a esta maravilla natural. Buscas un sitio dónde mojarte menos, mientras extremas el cuidado en cada paso que das por el embarrado camino que pasa por detrás de la cascada. En pocos minutos parece que hayas salido de una ducha a la que has entrado vestido con tus mejores galas de invierno. El viento corta tus manos, que en un momento dado empiezan a hervir de frío. Precioso pero extenuante, así que decidimos coger las escaleras de vuelta y salir así de la zona de remojón.
En vez de volver al Parking seguimos el camino hacia la derecha, que nos lleva hacia la «cascada secreta» aunque perfectamente indicada, a la cuál se accede entre las rocas, caminando por el río. Nos quedamos con las ganas, pues ya hemos tenido suficiente agua por hoy. Si te animas, esperamos que tu calzado sea tan impermeable como unas buenas Katiuskas.
Skogafoss
Si antes hablábamos del reparto caprichoso en la zona sur, ahora llegamos a una cascada dibujada por el mejor delineante del país. Skogafoss deja caer toda su furia con un corte recto encajonado entre montañas, y enmarcado por un sendero ascendente que rompe con su color la monotonía del verde. A los pies de la cascada una explanada embarrada sirve como camping de mil estrellas (en verano,imaginamos).
Aparcamos y nos acercamos a la base de la cascada, que no es una poza como en la mayoría de saltos de agua sino que un camino de piedras permite acercarte (con la lluvia en contra) casi hasta el lugar donde rompe el agua, algo que se puede apreciar en esta fantástica foto de Elisabeth Gadd, de la serie de la chica del vestido rojo.
Hay un chico que debe haber perdido una apuesta, pues vemos que se queda en gayumbos rojos ¡yse mete!
Medio empapados de nuevo volvemos a la furgo, con la intención de aprovechar los últimos minutos de un sol tímido en la playa de Vik.
Columnas basálticas
Un desvío a la derecha nos lleva hacia la playa de Reynisdrangar, dónde otra vez la naturaleza ha vuelto a hacer de las suyas al colocar un acantilado de columnas basálticas de curiosas formas rectangulares, que mueren en una playa de arena negra golpeada sin cesar por una mar enfurismado. Estamos en una de las playas más peligrosas de Islandia, dónde la naturaleza nos recuerda su poder.
Al aparcamiento gratuito no paran de llegar autocares cargados de turistas que se amontonan en las columnas. Hasta aquí también llegan las parejas de novios chinos en busca de un reportaje de boda original: ellos vestidos de gala y el equipo fotográfico abrigado hasta las orejas. ¡Eso es llevar al extremo lo de «para presumir hay que sufir » y lo demás son tonterías!
El sol se despide a las 16, dejando el cielo de un tono rosado, mientras pasamos por una de las monísimas iglesias que abundan en el país.
Cambio de planes
Queríamos dormir en el aparcamiento del lago glaciar Jökulsárlón para ver los inmensos bloque de hielo que mueren en el mar o quedan esparcidos en la negra playa. El gps nos indica 3h de camino y cuando ya son las 7pm y es negra noche, paramos y hacemos consejo de sabios en la parte de atrás de la furgo: todo lo que conduzcamos hoy hacia el este tendremos que deshacerlo mañana para llegar a tiempo al glaciar Sólheimajökull, dónde mañana tenemos un trekking con Icelandic Guides. Y eso implica salir antes que salga el sol (11am), de forma que en ningún momento tendríamos luz para ver los icebergs:twisted: Así que tras buscar aparcamiento sin fortuna en el parque de Skaftafell, retrocedemos 50 km hasta llegar a Foss á sidu,una cascada iluminada con una explanada delante dónde no hay la señal de prohibido aparcar de noche. El cielo despeja y aparecen estrellas, por lo que pensamos que hoy podemos tener suerte en nuestra búsqueda de auroras boreales.
Parte del equipo se queda dentro preparando la cena:risotto parmesano y albóndigas en lata. Recogemos todo, damos un último vistazo esperanzado al cielo y nos vamos a dormir con las alarmas puestas para despertarnos en tres horas
Gastos del día
Gasolina (medio deposito) 8059 isk (67€, a 194.7isk/l)
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