Evolución del concepto buffet
En los últimos 20 años hemos pasado por un fenómeno curioso de la evolución gastronómica. Allá por el año 2000 (y unos pocos antes), los buffets libres se reducían a restaurantes chinos de exótico nombre sugerente como Gran Muralla, el Panda Feliz o similares con bandejas de chips de ostras, arroz tres delicias, rollitos fritos varias veces y flan mandarín, junto con algunos intentos de cadenas de comida sana donde si querías algo de carne debías pagar un suplemento. Con la moda de la comida japonesa, estos restaurantes chinos pasaron por una sesión de chapa y pintura para transformarse en restaurantes japoneses «WOK» (que de japonés tenían poco), muchos de ellos situados en grandes naves industriales, dónde podías comer todo lo que quisieras con la introducción de dos piezas clave: el sushi (normalmente bandejas de maki, que los nigiri con salmón salen muy caros) y el concepto del wok, dónde tu escogías la pieza de carne o marisco y el cocinero te la hacía a la plancha allí mismo, algo que garantizaba que podrías comerte el bistec sin dejarte los dientes.
Paralelamente surgieron los restaurantes japoneses a la carta, (regentados también por los mismos chinos, ¡si es que valen para todo!) que para evitar el desperdicio de comida tenías que ir pidiendo los platos y te los sacaban calientes de cocina. ¿Quién no ha ido a uno de estos, se ha hinchado a pedir platos con su correspondiente número y luego no sabía si le habían traído de más o de menos?
En los casos anteriores, era habitual entrar al local con ansias y salir con una pesantez estomacal importante, de esas que necesitas un par de días para recuperar. Y te juras que si hay una próxima vez, te moderarás comiendo. Y hay una próxima vez, con otro grupo de amigos, y la gula te vuelve a poder. Y así hasta el infinito (¡y más allá!).
Estos locales han hecho que hayamos crecido valorando más la cantidad de comida que podemos ingerir por un módico precio del menú del día que la calidad de ésta, que en algunos casos, dejaba mucho que desear 😂 (pero siempre volvemos)
Les Grands Buffets, un concepto único
Ya sabemos que Spain is different. Mientras aquí dudábamos entre si poner salsa agridulce o no a ese rollito revenío, en Francia se cocía una historia totalmente diferente. ¿Habéis oído alguna vez eso de que, en general, «En Europa nos llevan 40 años de diferencia». A finales de los 80, justo cuando servidora empezaba a dar sus primeros pasos, el señor Louis Privat abría un restaurante buffet a voluntad, en el que se podía comer todo lo que se quisiera por un precio fijo, que cambiaría definitivamente las reglas del juego. Por aquel entonces, el buffet solo existía en los exquisitos resorts vacacionales del Club Med, y al señor Privat le llegaban tan buenos comentarios que decidío apostar fuerte por este formato. El paso del tiempo le ha dado la razón y Les Grands Buffets se han consolidado no solo como buffet, sino como restaurante de referencia mundial.
Si no sois como nosotros, tenéis tele en casa y seguís el concurso Masterchef os empieza a sonar mucho de lo que os estoy hablando (A mí me lo tuvieron que contar, pero es que en lo relacionado a la programación de la televisión es como si viviera en otro planeta): en 2016 se realizó aquí la prueba exterior, en la que los aspirantes debían cocinar para 100 comensales siguiendo las directrices de los chefs del restaurante, siempre bajo una premisa última: calidad.
La emisión del programa marcó un antes y un después en Les Grands Buffets, disparando la afluencia de visitantes españoles, movidos en parte por la popularidad de la emisión, por su cercanía con la frontera y su precio asequible.
Aunque no soy demasiado fan del programa, viendo un trozo me puedo hacer una idea de todo el despliegue logístico que requieren los dos turnos diarios de comidas, para servir más de 300000 comidas al año, manteniendo los estándares de calidad.
La cuisine française
Todos hemos oído hablar de la cuisine française, un denominativo que va asociado con comida de calidad, elaborada con mimo y capaz de atraer a los paladares más exigentes. Tanta fama tiene que hasta la todopoderosa Disney le dedicó una película (¡hace ya 11 años!) Ratatouille. Sobre esta base se edificaron les Grands Buffets, una cocina de calidad basada en más de 300 recetas tradicionales francesas y de aquí viene su eslogan, La Tradition à volonté.
Les Grands Buffets, una experiencia gastronómica
La entrada
Les Grands Buffets se encuentra a 10 minutos a pie de la estación de tren de Narbonne, en un centro comercial situado a las afueras y rodeado de restaurantes de comida rápida. No cuadra con las expectativas que tienes, incluso hasta piensas que te has equivocado de lugar. Pero no, sigues los carteles y llegas a la entrada, algo más acorde a lo que esperabas.
Al cruzar la puerta te invade un aire mezcla de kitsch y modernismo, con barras doradas y largas mesas llenas de postre, para que vayas abriendo el estómago. Hay dos colas, la de sin reserva (¡ni se te ocurra venir por por probar, porque no serías el primero que se queda sin comer) y la de con reserva (puedes reservar con un año de antelación en la web). Allí pagas los 35,90€ (sin bebida) y una vez pasas la caja, entras en un universo gastronómico, donde los sentidos reciben muchos estímulos por todos los lados que estimulan las papilas gustativas, mucho antes de que pruebes bocado.
Los diferentes espacios
Las cocinas
El santuario de todo restaurante, de aquí es dónde sale todo lo que surte las diferentes mesas. Al ir en viaje de prensa con Tryptic Comunicació, tuvimos la suerte de poder visitar el centro de este templo gastronómico, en el que trabajan unos 70 empleados de los 155 del total. Aquí todo está impoluto, mientras los cocineros trabajan con luz natural y con música de su elección. Además, las cocinas son una galería de arte en si misma, con obras de arte contemporáneo (concebidas para la ocasión) que el creador Patrick Chappert-Gaujal incluyó en el acero inoxidable de los mismos muebles para convertir el lugar en un sitio de inspiración.
Y para que pudieramos ver la dificultad que entraña prepararlo todo diariamente, hicimos un pequeño taller de macarons. Mientras el chef los rellenaba a una velocidad espectacular, trabajo nos costaba a nosotros sostener la manga pastelera.
Comedor interior
En los salones interiores hay unas pequeñas salas para celebraciones familiares y una zona infantil insonorizada, ambientada en una selva tropical. Ninguno de los del grupo iba con niños, pero imaginamos que se lo pasarán pipa mientras los adultos se debaten entre qué tipo de queso coger.
El jardín
Cuando el calor no aprieta, es el lugar ideal para comer, obra del paisajista internacional André Gyraud. En estos jardines hay diversos tipos de flores y la terraza solo abre cuando se ha completado el proceso de floración. Aunque nosotros no lo vimos, durante el turno de noche se convierten en el centro de un espectáculo de luces y colores.
Aunque sea Francia (y creamos que de los Pirineos hacia arriba ya no hace calor), yo recomiendo reservar en el interior para los meses de primavera verano, pues pese a que todas las mesas están en la sombra, el calor ambiental puede fastidiar la experiencia gastronómica.
Los buffets
¿A eso es a lo que hemos venido no? Antes de venir habíamos oído maravillas y nada más entrar quién más quién menos sufre una crisis existencial, al no saber qué elegir ni por dónde empezar. Hay que decir que se van añadiendo nuevos platos y especialidades a la oferta de forma periódica, y pocas veces se retiran ingredientes.
Le fromage
Antes de llegar ya tenía claro que esta estación iba a ser mi perdición, siendo el mayor buffet de quesos de Europa con una exposición de más de 45 tipos de queso. Si casi te mueres del gusto al leerlo, para finales de año harán una ampliación pasando a tener 108 tipos diferentes de queso, así que ya podéis ir reservando en vuestras agendas la fecha. El crémier nos vio tan ilusionados que nos preparó una degustación con un trocito de cada 1 y su correspondiente maridaje, como la mermelada de higos para el gorgonzola o el membrillo casero para los quesos más secos tipo idiazabal. Realmente a mi ya me tienen conquistada.
Los foies
Quizás el foie no te diga mucho, pero dale una oportunidad a esta estación con 9 tipos diferentes, entre ellos una fusión de foie con crema catalana que está delicioso. Y para los que somos de paladar poco delicado, los medialunas con foie nos trasladan de inmediato a las fiestas de cumpleaños de nuestra infancia, aunque evidentemente iban rellenos de paté.
La mer
Si te gusta el marisco, solo esta estación hace que te salga a cuenta venir a les Grands Buffets, pues a parte de la llamativa cascada de bogavantes que preside el Plateau Royal, hay una selección de mariscos con ostras, langosta, gambas, langostinos y otras delicatessen. También es el momento ideal para hacer como yo y probar por primera vez estos productos, porque están incluidos en el precio.
Ecofriendly
Aunque muy pequeña y escondida (quizás demasiado), también hay una área con verduras y productos BIO, sin embargo podría mejorar bastante pues hay poca oferta para quién quiera descansar un poco de los excesos pantagruelicos.
La Rostisserie
Una vez pasadas las mesas de embutidos varios y jamones, llegamos al corazón de Les Grands Buffets, un inmenso asador panorámico donde te cocinan al momento los platos tradicionales que vamos pidiendo al camarero, el cuál utiliza un micrófono para que sus colegas escuchen cual es el pedido. Te lo hacen a tu gusto, pero yo estaba tan maravillada por todo que a penas me dio tiempo a decirle al cocinero mis preferencias. Probé dos platos y el huevo bio poché con crema de champiñones estaba de diez. Otro platos que no debes perderte son el tournedo con foie o la coquille Saint James.
En esta zona también hay las típicas bandejas de bufet cubiertas, con diferentes pastas eco y guarniciones, pero lo más recomendable es solicitarle al chef uno de los platos de la carta.
Los postres
Todo el mundo sabemos que SIEMPRE, por muy lleno que estés, hay sitio para el postre. Y es que en este buffet no iba a ser menos, por eso es recomendable no dejarse llevar por la emoción y moderarse, pues luego será difícil elegir entre los más de 60 postres tradicionales elaborados a diario. Por si no fuer suficiente, hay una fuente de chocolate y helados artesanos. Aparte de la repostería tradicional francesa, me sorprendió encontrar dulces árabes.
Los vinos
Francia es mundialmente conocida por sus excelentes vinos. Y en eso Les Grands Buffets también son un referente. Si bien la única bebida incluida en el precio del buffet es el agua de tirador, su fórmula quiere ofrecer el vino a precio de provedor. Eso significa que se pueden realizar catas o maridajes por copas al precio que el restaurante las compra al proveedor, e comprar las botellas como si fueras directamente a la bodega. La botella más cara cuesta 200€ (cuando en lo alto de la Torre Eiffel puede llegar a más de 900€) y los 70 caldos de la carta se pueden degustar mediante un sistema dispensador de copas. Además, si te llevas una caja de 6 botellas, te regalan la que hayas consumido en la mesa.
Información práctica
Precio
El menú de los Grands Buffets cuesta 35.90€ y no incluye las bebidas, que se facturan aparte excepto el agua. Los niños de 0–5 años no pagan nada y de esa edad hasta los 10 pagan 17,90€.
Localización
El restaurante se encuentra a las afueras de Narbonne, en la región de l’Occitanie, a tan solo 45 minutos de Carcassone, muy cerca de la frontera con España
Cómo llegar
La mejor forma de llegar es con tren Renfe-SNCF, pues en apenas 2 horas nos deja en el centro de Narbonne desde Barcelona. Desde la estación a Les Grands Buffets hay unos 10 minutos andando. ¡Se agradece no tener que conducir con el estómago lleno! Además, en el tren de vuelta puedes echarte una merecida siesta «para bajar la comida».
Consejos para visitar Les Grands Buffets
Imagino que si has llegado a este punto, ya se te hace la boca agua solo de pensar en todo lo que vas a comer. Para que tu visita sea un éxito (y no acabes en el hospital con una indigestión), te recomendamos:
- Reservar mesa con antelación. Desde la web te permite reservar mesa desde un día antes hasta un año, en turno de mediodía o cena. Suele estar lleno con dos meses de antelación, por lo que yo no me arriesgaría a ir y que no hubiera sitio.
- Si tu visita va a ser en los meses de verano, reserva en el interior. Quizás es un poco más ruidoso pero no te agobiarás con el calor.
- Ir pronto. El turno de comida va de 12 a 16. ¡Pero como voy a comer a las 12! Primero, porque estás en Francia, y sus horarios de comida no tienen nada que ver con los nuestros. Es mejor llegar pronto, poderte pasear por el buffet para tomar una decisión e ir espaciando los platos hasta que nos echen que tener que comer deprisa porque hemos calculado mal el tiempo presentándonos a hora española. Seguro que le dedicas un par de paseos para verlo todo antes de elegir.
- Comer ligero ese día. No se trata de pasarte la semana chupando hojas de lechuga, pero ese día no desayunes abundantemente. Tampoco es cuestión que pases tanto hambre que una vez cruces el umbral de la puerte te tires a la comida como si no hubiera mañana.
- Escoger turno de comida, lo disfrutarás más. No creo que sea demasiado recomendable irse a dormir con la barriga tan llena.
- Visitar las estaciones de forma ordenada, sirviéndote como lo harías normalmente: un entrante, un primero, un segundo y un postre. Controla la gula.
- No te obsesiones con coger comida ni seas ansias, hay para todos. Aunque vengas obsesionado con la langosta, coge aquello que vayas a consumir. Puedes hacer varios viajes y en caso que se acabe algo de alguna de las estaciones, enseguida lo repondrán. Es la única forma de no explotar y además reducir la cantidad de comida que se debe tirar al final del día.
- Deja sitio para los platos calientes. Sabemos que los quesos o el marisco pueden ser muy tentadores, pero la mejor parte del restaurante es la rostisserie, pues es donde los chef demuestran su talento con la preparación al momento de platos de la cocina francesa tradicional.
- Haz sitio para el postre. Ya sabemos que siempre existe, pero tómate una pausa entre platos para que pueda bajar la comida. Cuando llegues a los postres, usa la cabeza una vez más, aunque tenemos que reconocer que nosotros probamos varios y estaban riquísimos. Como son lo que más llena y empalaga, coge de uno en uno. El lunes ya empezarás la dieta.
- Llévate un bañador. ¿Un bañador?, sí, y no es para la fuente de chocolate. Aunque no forma parte del recinto del restaurante, en el Rond Point de la Liberté hay un gimnasio con piscina descubierta que te llamará si comes fuera en un caluroso día de verano. Así que por un módico precio puedes bajar la comida al lado del agua (¡Ten cuidado con los cortes de digestión!). La entrada cuesta 8€ por adulto y 6 por niño.