Hace un tiempo que nos dimos cuenta que para encontrar paisajes espectaculares y pueblos con encanto no hace falta ir muy lejos. Sabemos que Catalunya es un territorio pequeño con muchas posibilidades, aunque a veces hace falta que vengan desde fuera (como en programas como Catalunya Experience) para darnos cuenta de toda la riqueza que tenemos al lado de casa.
Desde que tenemos la Terroneta queremos cambiar esta situación personal y dedicarnos a descubrir los pueblos de casa, para así poder recetar píldoras muy cercanas y ser profetas en nuestra tierra. Hoy os hablaremos de Sant Llorenç de la Muga.
Una ruta por la Garrotxa
La comarca de La Garrotxa es famosa por sus volcanes dormidos y La Fageda d’En Jordà, uno de los bosques más mágicos por los que hemos paseado. Para nosotros es una de nuestras zonas favoritas, sobretodo por su naturaleza, sus casas rurales y por los pueblecitos medievales, muchos de los cuales aparecen frecuentemente en algunas listas de los pueblos con encanto de España: Camprodon, Santa Pau, el colgante Castellfollit de la Roca y el precioso Besalú, cuya entrada por el puente de piedra te transporta a otros tiempos.
Sant Llorenç de la Muga, un lugar en calma
Los kamacus (apodo que recibimos los de Barcelona cuando vamos a algún pueblo por estar exclamando todo el rato ¡iQué bonito!) y guiris llegan a estos pueblos en busca de una foto, y eso ha propiciado que los ayuntamientos de estas localides hayan habilitado zonas de aparcamiento y servicios.
Estos pueblos eclipsan al resto, pero eso paradójicamente permite que mantengan la calma y sea un lugar para visitar cuando buscas paz o darle un respiro a tu ajetreada mente de ciudad.
Y así es como encontramos Sant Llorenç de la Muga, un pueblecito del Alt Empordà que pese a aparecer en el libro Catalunya: Pobles amb encant y contar con un pequeño aparcamiento a la entrada, todavía es capaz de transportarte a otra época y hacer fotos sin tener que esquivar a nadie, pues en él viven poco más de 230 habitantes.
Silencio en Sant Llorenç de la Muga
Este pueblo medieval ha sabido mantener su encanto y en él no encontrarás ni un tienda de souvenirs (bueno, ni una tienda más allá del colmado y el estanco). Las macetas con flores en las ventanas te dan la bienvenida y el silencio te acompaña por sus calles empedradas, una vez pasas por la puerta de la muralla, decorada con los escudos propios.
Un verde paseo al lado del río Muga nos acerca hasta la iglesia románica. Pese a ser domingo por la mañana, el pueblo parece dormido, hasta que llegamos a la plaza mayor, en la que no se permite aparcar y eso facilita que se preserve su carácter.
Y aquí es dónde estalla la vida, en la Societat Fraternidad, fundada en 1907, el bar del pueblo que hace las veces de teatro. Es también en esta plaza dónde hay un par de restaurantes. Su terraza es el lugar ideal para tomar un café y fantasear con abandonar la ciudad y empezar desde 0 en un pueblecito. ¡Seguro que tu salud te lo agradecería!
Si seguimos paseando, cruzaremos la última puerta de muralla y llegaremos hasta el antiguo castillo y la noria, la rueda de agua que aún está en funcionamiento.
Puedes seguir por el arbolado camí de Sant Antoni por el lado del río hasta la iglesia homónima, situada al lado de un puente de piedra sobre aguas cristalinas que invitan al baño.
¡Espíritu sanado y limpio! A unos 5 km de la salida del pueblo en dirección a Albanya encontrarás la bonita iglesia románica de Santa María de Palau, en un prado de trigo y con las montañas de la alta Garrotxa detrás.
Sin darnos cuenta, entre pasear por el pueblo y llegar hasta la iglesia, se nos pasan un par de horas. Y sin hacer nada más que dejarnos seducir por la belleza. Porque viajar también es esto, dejar que tu alma disfrute contando los diferentes tonos de verde que ven tus ojos sentarse en un terraza a observar el día a día y que aquello habitual para muchos se convierta en el objetivo de nuestros disparos fotográficos. Y sin duda es una de las mejores curas que le podemos dar a nuestro estresado cerebro sin alejarnos demasiado de casa
Estamos seguros que tras el Coronavirus volveremos a descubrir los rincones de la Garrotxa.
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