Kitesurf en Tarifa

En Tarifa la gente se mueve con el viento. Siempre hay un plan B por si hay demasiado levante o poniente, unas playas a las que ir y otras a evitar. La app de Windguru viene ya de serie en los smartphones de sus habitantes, y creo que hasta enseñan a interpretarla en el colegio. ¡Luego decimos que los del Empordá están tocados (locos) por la Tramuntana!

Con unas condiciones así y unas playas kilométricas, no es de extrañar que el kitesurf en Tarifa sea casi una religión, y por lo tanto, una actividad imprescindible a hacer en Tarifa. Y yo no iba a ser menos, estando en la meca del kitesurf a nivel mundial . Eso se nota en el ambiente en las calles de la ciudad, llenas de escuelas, y dónde todos los surfers se conocen y saludan. Por supuesto, no pueden faltar los hostels con after-surf, los chiringuitos, las furgonetas camper ni los surfers a torso descubierto.

Poco hizo falta para convencerme a esta yonkie de la adrenalina y los deportes que acaban en -ing. Yo a Tarifa había bajado expresamente para ver las orcas en el Estrecho, por lo que tenía mucho tiempo libre entre salida y salida. Ya me veía surcando las olas a gran velocidad, y eso para mí, fue suficiente buen motivo para apuntarme a un curso de kitesurf en Tarifa.

La mejor escuela de kitesurf en Tarifa

Ya he comentado que Tarifa vive por y para el kitesurf. Prueba de ello son las más de 60 escuelas de kitesurf que hay en la ciudad. Igual nos hemos venido arribar al afirmar cuál es la mejor escuela de kitesurf en Tarifa, pues solo conocemos una, de las más de 60 que hay. Pero la verdad es que el trato de Kitesurf Passion nos pareció de 10, así que para nosotros son la mejor escuela (¡y punto!).

Juan fue mi sombra durante los dos días que estuve con él, primero en tierra y luego en el agua, para darnos seguridad (y recordarnos que HAY que soltar la barra). Vi que otras escuelas daban walkie talkies para ir dando instrucciones a los alumnos que estaban dentro del agua, pero él alli estuvo pegado a nosotras toda la mañana.

Cómo funcionan los cursos de kitesurf en Tarifa

El kitesurf es como el submarinismo, necesitas estar registrado en alguna base de datos para poder alquilar material (no es como coger una bicicleta). Esta base es internacional y van apuntando tus progresos. Como no puedes coger material por tu cuenta, hay que empezar sí o sí haciendo un curso de kitesurf.

Lo ideal es hacer, por lo menos, 3 días de curso (9 horas) antes de lanzarte a la aventura. La mayoría de escuelas ofrecen paquetes de varios días, algunos con alojamiento incluído, como es el caso de Kitesurf Passion Tarifa.

Viajar sola no tiene por qué ser un impedimento. Puedes elegir entre un curso privado (que es lo ideal para aprovechar al máximo) o pedir que te unan a un grupo ya existente, algo sin duda mucho más divertido y más económico. Estamos hablando de 65€ por hora de curso individual versus 70€/3 horas en grupo reducido. Como ves, sale mucho más a cuenta.

Esta segunda opción fue la que escogí yo y compartí cometas con una chica de Alicante y otra de Barcelona, que se había mudado a Tarifa gracias al teletrabajo. ¡El COVID-19 no podía tener solo cosas malas!

¿Es dificil practicar kitesurf?

Depende a quién se lo preguntes. Es como preguntar si es difícil ir en bicicleta. Yo te diré que no, ni en plano ni en montaña, pero habrá quien te diga que estás loco. Posiblemente fue la primera (de las muchas preguntas que vendrían después) que pregunté, por eso de saber dónde me estaba metiendo.

Según Juan, mi instructor, el kite es mucho más fácil que el surf y el windsurf, porque es menos físico. Esta frase generó en mí falsas expectativas, pues hice el cuento de la lechera: si en el surfcamp que organizó Chapka conseguí levantarme en la tabla y recorrer algunos metros, ¡esto es pan comido!

Gran error el venirme arriba, luego la ostia es más fuerte. El kite puede que sea menos físico, pero más mental. Requiere más concentración, control y paciencia, atributos en los que no voy muy sobrada precisamente.

Uno puede pensar que hay que tirar de brazos, pues nada más lejos de la realidad. Las manos son únicamente una extensión de la cometa, la fuerza se hace desde el core. Perfecto, lo he trabajado (un poco) durante el confinamiento. Ilusa de mí.

Entreno en tierra

¿No pensabas entrar directo al agua, verdad? Está claro que primero hay que aprender a controlar la cometa antes de meternos al agua (y soñar con recorrer algunos metros). Supongo que quién jugase de pequeño con ellas tendrá algo ganado, yo la verdad es que me hartaba tan pronto se me liaban los hilos (apuntaba maneras, ya).

Montamos la cometa. Todo se controla con las líneas. TODO. La clase en grupo empieza con la norma de seguridad número 1, y que Juan se encargará de repetirnos prácticamente cada minuto (santa paciencia): DEBES-SOLTAR-LA-COMETA.

Cuando se complican las cosas, tenemos la tendencia de agarranos instintivamente más fuerte, como si eso nos fuera a salvar. En el caso del kitesurf, si tiras de la barra hacia ti, le estás dando más fuerza a la cometa, y es fácil que te levante en ese momento. Así que si las cosas se ponen feas, ¡SUELTA LA COMETA!

Una vez nos ha explicado los básicos del equipo, es el momento de ponerse por parejas y practicar, moviendo la cometa de 8 a 2, como si tuvieramos que seguir un reloj imaginario. Moviendo ligeramente nuestras muñecas para trasferir el movimiento deseado a la cometa, mediante las líneas de fuerza. Es importante que durante este aprendizaje tu compañero te agarre por detrás, pues es muy fácil que la cometa se encabrite si apretamos de más la barra. Por eso llevamos casco, pese a estar en tierra. Os lo dice alguien que no esperó a que su compañera la sujetara para levantar la cometa y literalmente, volé e hice la croqueta.

Una vez controlamos la fuerza que ejercemos sobre la barra moviendo la cometa de 8 a 2, toca pasar a los 8: de 10 a 12 y de 12 a 2. Si no hay más incidentes, es posible que estemos listas para un primer contacto con el agua.

Entreno en el agua

Llegué a la playa con los deberes hechos, para ir avanzando. Me había leído la teoría sobre el bodydrag que nos había mandado Juan, para así tener los conceptos claros. Y ya puestos, me miré el vídeo. Pues no tiene pinta de ser tan complicado…¡JA!

Nos ponemos el neopreno a casi 40ºC (recordad amigxs, el neopreno siempre lleva la cremallera hacia atrás, no buscamos a Jacks) y repasamos lo que aprendimos ayer. Parece que ya podemos pasar a la siguiente fase. Por lo que cogemos nuestra cometa y nos dirigimos a una zona de la playa de los Lances reservada a los rookies como nosotras. Si conseguimos navegar, que no matemos a nadie.

Con el agua hasta la cintura y Juan siempre pegado a nosotras, volvemos a practicar el control de la cometa: de 8 a 2 y de 10 a 12. Vamos por el bodydrag, que es guiar la cometa con una mano mientras utilizamos la otra como timón, para desplazarnos en el agua. Es una técnica imprescindible para volver a tierra o a recuperar la tabla. Por supuesto, no es tan fácil como parecía en el vídeo.

Juan permanece en mi nuca, casi desesperado, repitiendo como un martillo: suelta la cometa, suelta la cometa, suelta la cometa. ¡Santa paciencia, pobre! Toca concentrarse, aunque sea para darle un respiro (y egoístamente, por no oirlo más). Muevo la cometa con una mano, con toda la suavidad que puedo. Apoyo prácticamente solo la yema de los dedos, ejerciendo una mínima presión. De 12 a 2, de 12 a 2, de 12 a 2. Empiezo a desplazarme hacia la derecha, con un mínimo apoyo en la barra. De 12 a 2, de 12 a 2, de 12 a 2. Sigo en movimiento lento hacia la orilla, la cometa aún no ha colapsado. Siento un pequeño triunfo en mi interior, pero no es momento de relajarse. De 12 a 2, de 12 a 2, de 12 a 2. ¡Lo estás haciendo sola! Recibo la felicitación de Juan y las chicas, ¡vamos bien!

Cuando las tres nos «manejamos» con el body drag (o por lo menos aún no nos hemos tragado todo el agua de la playa), es el momento de intentar levantarnos en la tabla. Spoiler: no lo conseguimos. Primero el pie izquierdo, aguanta la cometa arriba, pie derecho y a volar. O al agua. Aquí es donde se nota la fuerza del core. Como en el snow, tienes que tirar de abdominales para levantarte.

Pese a no haber conseguido navegar, me fuí de Tarifa con ganas de más, de seguirlo intentando, de levantarme en la tabla. Gracias, Juan, por tu paciencia infinita y perdón por haberte desquiciado (un poco). Nos volveremos a ver, y prometo (intentar) soltar la barra.