Después de tantas semanas encerrados en casa con motivo del COVID-19, nos apetece más que nunca salir a caminar. Ahora que no podemos ir demasiado lejos, es el momento ideal para descubrir nuestra tierra. Hoy os proponemos hacer una excursión facilita (que el cuerpo todavía está aquilosado) saliendo desde la Ametlla de Mar, una población marinera en la província de Tarragona.
Camí de Ronda por l’Ametlla de Mar
¿Has oído hablar alguna vez del camí de ronda? El GR-92, también conocido como sendero del Mediterráneo, resigue todo el litoral catalán a lo largo de 560km y 31 etapas no circulares (algunas alejadas del mar como en el caso de Barcelona), pasando por espacios de gran belleza natural. Históricamente se habían utilizado por los carabinieros para vigilar el contrabando de tabaco, haciendo «la ronda» (de ahí su nombre), aunque hoy en día están habilitados como paseos entre calas.
Si bien al hablar de pinos, acantilados y camins de ronda es fácil pensar en la Costa Brava, como os dejamos en este vídeo, lo cierto es que los tramos de l’Ametlla de Mar no tienen nada que envidiarle y son mucho menos conocidos, ideales para recorrerlos en estas fases de desescalada.
Dónde los pinos se enamoran del mar
Así de poéticamente describen desde Turisme de l’Ametlla el trozo de sendero GR-92 que os proponemos recorrer. Aunque el tramo tiene unos 9.4km solo de ida, nosotros recorreremos 8km al hacerlo de ida y vuelta. Tiene su inicio en el puerto de pescadores de l’Ametlla de Mar
El camino bordea el puerto, y en todo momento nos acompañan las marcas de pintura rojiblancas características de un GR. Cambiamos el asfalto por la tierra rojiza y el mar, y aunque a primera hora los colores no lucían tanto porque aún había algunas nubes, ya nos da una buena idea de lo que nos encontraremos por el camino.
El camino tiene un ligero desnivel, y siempre tenemos el mar a nuestra izquierda. Nosotros recorrimos este tramo a finales de enero de 2020, justo después de que el temporal Gloria azotase con fuerza la costa mediterránea. Por ese motivo, y pese al gran esfuerzo de los locales por limpiar los destrozos, todavía había rastros de todo lo que había arrastrado el mar. Nos sorprendió encontrar esponjas, pero hay que recordar que este trozo de litoral es muy rico.
Posidonia en l’Ametlla de Mar
Y hablando de riqueza biológica, no podemos pasar por alto que l’Ametlla de Mar tiene la mayor pradera de posidonia de toda Cataluña, lo que da a sus aguas ese color turquesa que asociaríamos más a Formentera a primera vista.
Piscinas naturales de l’Ametlla de Mar
Quizás uno de los puntos que más llama la atención del camino son los restos de un antiguo astillero, que hoy en día se han convertido en unas maravillosas piscinas naturales. Pese a estar a finales de enero, la temperatura acompañaba y no pudimos resistirnos a darnos un baño.
El camino se adentra un poco en el Port de l’Estany, ya que hay que bordearlo para poder cruzar. En él todavía podemos ver los emplazamientos de las antiguas baterías de costa.
Los primeros pescadores de l’Ametlla de Mar aprovecharon esta entrada natural para dejar sus embarcaciones hasta que se construyó el puerto actual.
Nuestro camino de ida acabó pasada la platja de Port Olivet, aunque nos asomamos brevemente para ver cómo seguía el camino. ¡Y nos quedamos con ganas de más! Como véis, es un camino bastante llano.
Pese a esta última foto, vimos bastantes carteles que avisaban de la prohibición de autocaravanas. Imaginamos que en temporada baja es posible que hagan la vista gorda, no lo recomendaría para pernoctar en furgo ahora que llega el verano.
¿Te imaginas recorrer esta costa desde el mar? ¿Por qué no alquilar un kayak o hacer snorkel o buceo en sus aguas cristalinas?
Agradecemos a nuestros compañeros de Made in Mas habernos propuesto descubrir este trocito de litoral, completamente desconocido para nosotros.