Como si del poblado de Asterix y Obelix se tratara, arriconada en una esquinita de Catalunya, y entre Francia y Aragón, este pequeño valle resiste a la invasión del turismo masivo (aunque paradójicamente su principal fuente de ingresos sea el turismo), sobre todo en otoño.
La Val d’Aran, ubicada en los Pirineos catalanes, se transforma en un paraíso de colores durante el otoño. Desde senderos pintados con tonos dorados hasta platos tradicionales que reconfortan, esta estación es perfecta para descubrir un lado más tranquilo y auténtico de esta hermosa región.
En este post encontrarás
¿Por qué visitar el Valle de Arán en otoño?
El encanto otoñal del Valle de Arán
No negaremos que el otoño es nuestra estación favorita, fotográficamente hablando. Y la Val d’Aran ofrece un espectáculo natural incomparable. Los paisajes cambian de color, con hojas que pasan del verde al rojo, naranja y dorado, creando una atmósfera mágica que invita a la contemplación y la calma.
Temporada baja y tranquilidad: un plus para los viajeros
Una de las ventajas de visitar el Valle de Arán en otoño es la menor afluencia de turistas. Esto significa menos aglomeraciones en los puntos más turísticos, una experiencia más relajada y la posibilidad de disfrutar del entorno en su máxima serenidad. Pese a ser una zona que viva del turismo, las temporadas altas son el invierno, principalmente por la estacion de esquí de Baqueira Beret; y el verano, en el que la Val se llena de senderistas ávidos de recorrer sus caminos, y ciclistas que quieren pedalear por sus puertos de montaña y pistas BTT. Nosotros hicimos hace 4 años una ruta en bici eléctrica por la Val d’Aran en la que disfrutamos mucho.
Los paisajes más impresionantes de Val d’Aran en otoño
El Valle de Arán ofrece una gran diversidad de paisajes que, en otoño, se llenan de colores cálidos que van desde el dorado hasta el rojizo. Este espectáculo natural es el escenario perfecto para explorar algunos de los rincones más emblemáticos de la región, tanto para caminantes como para amantes de la fotografía. A continuación, te detallo algunas de las mejores excursiones en la Val d’Aran para disfrutar de los paisajes otoñales.
Cascadas de Besiberri
Las cascadas de Besiberri, situadas en el Parque Nacional de Aigüestortes, son uno de los puntos más espectaculares del Val d’Aran en otoño. La ruta que lleva a estas cascadas es accesible y de dificultad baja a moderada, lo que la convierte en una excursión perfecta para familias y excursionistas que desean disfrutar de un paseo relajado.
La ruta empieza en el parking del refugio de Conangles, a la salida del túnel de Vielha por la boca sur. El parking es gratuito y hay una gran área de pícnic con barbacoas y mesas, al lado del río. Podrías quedarte aquí y ya disfrutarías del otoño.
Para llegar a las cascadas, debes adentrarte en el hayedo e ir por la pista ancha, siguiendo las indicaciones del GR-11, la famosa transpirenaica. Llega un punto en el que puedes seguir por pista ancha o bien por un sendero a través de la montaña, señalizado con marcas amarillas. Yo te recomiendo éste, porque aunque es más empinado, llegas antes (y más cerca) a las cascadas, ya que la pista tiene un ascenso progresivo.
En poco menos de 25 minutos habrás llegado al primer desvío, una gran caída de agua. Pero sigue subiendo, ya que pocos metros más arriba encontrarás la joya de la corona, la cascada de tres saltos de Besiberri.
Si sigues subiendo, volverás a encontrar la pista, que cruza el río (y muere un poco más adelante)
Hayedo de Carlac en Bausen
El Hayedo de Carlac, en el encantador pueblo de Bausen, es uno de los tesoros ocultos del Val d’Aran. Esta ruta circular de 6km te lleva por un frondoso bosque de hayas, cuyas hojas se vuelven de un vibrante color dorado en otoño. El sendero comienza en el mismo pueblo de Bausen, un lugar con encanto rural y tranquilo, y sigue una ruta serpenteante que asciende suavemente por el hayedo, pero hay que andar unos 30 minutos hasta llegar a él. Aunque es fácil, no recomiendo hacerla con cochecito de bebé, ya que hasta llegar al hayedo el camino es pedregoso y en ascenso.
En otoño, el suelo se cubre de una alfombra de hojas crujientes y los troncos de las hayas, de formas retorcidas y antiguas, añaden un toque mágico a la experiencia. Además, la ruta ofrece vistas espectaculares de las montañas cercanas, sobre todo de Canejan, dominando la Val de Torán.
Si no os apetece andar demasiado, podéis visitar el bonito pueblo de Bausén, que ha mantenido la arquitectura típica de la zona, y acercaros, por la calle de la iglesia, al mirador de Sant Roc. Junto a las antenas hay una buena panorámica del valle, y un tilo con un columpio.
Es en este paraje dónde se encuentra la tumba de Teresita, el cementerio civil más pequeño del estado español. Y aunque la Val d’Aran es tierra de leyendas, la historia de los amantes de Bausen sucedió de verdad.
En los años 1920, dos jóvenes de este encantador pueblo se enamoraron tan tiernamente que su amor cautivó a todos vecinos. Cuando decidieron casarse, el párroco les exigió una gran suma de dinero como dispensa por el hecho de estar emparentados, aunque fuera un parentesco lejano, y no cedió a las suplicas de los dos enamorados.
Sin embargo, ellos decidieron seguir con su amor y vivir juntos, hasta que Teresa enfermó y murió con solo 33 años. Tampoco entonces el párroco accedió a darle santa sepultura en el cementerio del pueblo.
Indignados por esta decisión y ante la desesperación del desconsolado joven, todos los vecinos si excepción, cavaron otra fosa y la enterraron con toda dignidad en el cementerio civil donde reposa, y donde cada año su hijo, fruto del amor que vivieron, deposita flores frescas.
Subida a la Bassa d’Oles por el Bosque de Baricauba
La subida a la Bassa d’Oles desde Vielha, atravesando el Bosque de Baricauba, es una de las rutas más espectaculares y accesibles para ver el contraste de colores otoñales en los Pirineos. El bosque de Baricauba es conocido por sus grandes pinos y abetos, que en otoño se mezclan con los tonos cálidos de los robles y las hayas.
El recorrido comienza en Vielha, concretamente desde el municipio de Gausac. A medida que asciendes hacia la Bassa d’Oles, una pequeña laguna natural rodeada de vegetación, el paisaje se vuelve cada vez más impresionante. El entorno tranquilo y el espejo de agua reflejando los colores del bosque hacen de este lugar un rincón idílico para una pausa. Además, la zona cuenta con áreas de picnic, lo que permite disfrutar de un día completo rodeado de naturaleza.
Puedes subir andando, en bici o en coche hasta la Bassa d’Oles. Una vez arriba, puedes dar una vuelta por la laguna y el bosque de abetos rojos, y es posible que te encuentres con grupos de btt, ya que es uno de los puntos de remonte, así que si te gusta el BTT, solo tienes que bajar.
Val de Toran: un rincón desconocido y salvaje
Para aquellos que buscan una ruta menos transitada, la Val de Toran es una excelente opción. Esta valle, ubicado al noreste del Val d’Aran y muy cerca de la frontera con Francia, es una de las zonas más desconocidas y salvajes de la región. En otoño, la Val de Toran se transforma en un espectáculo de colores, ya que sus bosques mixtos de hayas, pinos y abetos muestran una increíble gama de tonalidades.
De camino a uno de los cuatro núcleos habitados, Sant Joan de Torán, la carretera pasa por el Saut d’Arbaet, una magnífica cascada que desemboca en el río Garona.
Durante el recorrido por la Val de Torán, es común encontrarse con pequeñas cascadas y ríos cristalinos que serpentean entre los árboles. Además, esta zona es ideal para quienes desean experimentar una sensación de aislamiento en plena naturaleza, ya que es una de las partes menos visitadas del Val d’Aran.
En Sant Joan de Toran, acercáte a la iglesia, ya que en la parte de atrás hay un mirador espectacular que domina el valle. Pero sin duda, sea a coche o a pie, no dejes de pasar por Canejan, el que una vez fue el pueblo más grande de todo el valle, debido a la actividad minera de zinc de inicios del sXX.
TIP: Nos recomendaron hacer la excursión al lago de Liat, si estábamos en buena forma (cosa que obviamente no es así, y además el tiempo no acompañaba demasiado). Éste se encuentra a más de 2.000 m de altura, ascendiendo por un antiguo camino minero. En el recorrido podrán ver restos de los teleféricos y galerías de la antigua explotación minera.
Bassa d’Arres i mina Victoria
Otra ruta ideal para el otoño es la de la Bassa d’Arres, que parte desde Bossost. Una retorcida y estrecha carretera sube a través del bosque hasta la balsa, dónde hay una área de picnic con barbacoas.
Es el punto de inicio de la ruta de la mina Victoria, siguiendo las señales de madera que representan una vagoneta. Se trata de un itinerario de una duración aproximada de dos horas en el que se pueden observar los diferentes elementos conservados de las instalaciones mineras (edificios, balanzas, galerías, etc.), dada la importancia de las minas de zinc a principios del s XX. Es posible visitar el interior de la galería (¡9 grados!) , en verano de 11 a 15.
Nosotros subimos a través de la niebla, con la esperanza de que se abriera una vez llegasemos. Pero el clima tenía otros planes para nosotros. El residente dice que así le da un toque, ¿qué piensas?
Excursión a Montgarri
Una de las rutas más conocidas en el Val d’Aran es la que lleva al Santuario de Montgarri, un lugar histórico enclavado en un entorno natural privilegiado. El sendero atraviesa praderas y bosques de hayas y abedules que, en otoño, se tiñen de tonos naranjas y rojos. Partiendo desde el Pla de Beret, esta caminata es de dificultad moderada y ofrece espectaculares vistas a lo largo del río Noguera Pallaresa. Nosotros la hicimos en verano.
El Santuario de Montgarri, rodeado de montañas, es un punto perfecto para hacer una parada y admirar los paisajes, así como para descubrir un poco de la historia local. Además, es una zona ideal para avistar fauna autóctona como ciervos y aves rapaces.
Lagos de Baciver
Los lagos de Baciver, situados a unos 2.400 metros de altitud, son otro de los parajes más impresionantes del Val d’Aran. Esta ruta, de mayor dificultad debido a la altitud, es ideal para quienes busquen un desafío y desean adentrarse en la alta montaña. También la hicimos en verano de 2020, sin el peque. El recorrido comienza desde el Pla de Beret y se adentra en un paisaje de alta montaña que combina praderas, pinares y, en otoño, formaciones rocosas con árboles teñidos de intensos colores.
El contraste entre los tonos rojizos y dorados de los bosques en el valle y el azul de los lagos es una postal perfecta del otoño en los Pirineos. Los lagos de Baciver ofrecen una tranquilidad inigualable y unas vistas panorámicas de las montañas circundantes que valen el esfuerzo.
Berrea del ciervo
Siempre hablamos de la importancia de ver animales en su hábitat natural, tal y cómo hicimos en Sudáfrica o Tarifa. Y es que a veces no hace falta ir tan lejos para disfrutar del espectáculo de la naturaleza. A finales de septiembre, la Val d’Aran se convierte en escenario de uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza: la berrea del ciervo. Desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre, los ciervos machos emiten bramidos profundos al atardecer, en un intento de atraer a las hembras y demostrar su fuerza en combates con otros machos. Este fenómeno único puede observarse en los bosques del valle, con la ayuda de guías especializados.
Aunque es fácil escucharlos, los guías tienen controlados los lugares de observación y es más fácil (aunque no garantizado) verlos. La salida ronda los 40€ por persona y se hace por la tarde o bien a primera hora de la mañana. Recomiendan hacerla con niños a partir de 12 años, ya que hay que estar en silencio durante la observación.
Pueblos bonitos y arte románico: la esencia de Val d’Aran.
El Valle de Arán no solo es famoso por sus paisajes naturales, sino también por su impresionante patrimonio arquitectónico, repartido en 33 pueblos. Si eso de andar por la montaña no te va, y prefieres un paseo tranquilo, en Val d’Aran también tienes tu lugar. En sus pueblos se conservan auténticas joyas del arte románico, un estilo que floreció en los siglos XI y XII, y que ha dejado una huella profunda en esta región.
Algunos de los mejores ejemplos de este estilo están repartidos por pequeños pueblos como Arties, Unha, Salardú y Vielha, donde las iglesias exhiben frescos, esculturas y campanarios característicos de la época.
Explorar las iglesias y construcciones románicas del Val d’Aran es como viajar al pasado, donde la historia y el arte se entrelazan con el entorno natural, por no hablar de que visitaremos pueblos preciosos.
Bagergue: Un tesoro en los Pirineos
Bagergue, uno de los pueblos más bonitos de España, es un lugar perfecto para empezar este viaje románico. Además de su encanto rural, este pequeño y pintoresco pueblo alberga la Iglesia de Sant Fèlix, un excelente ejemplo de arquitectura románica en el Valle de Arán. La iglesia destaca por su simplicidad y belleza, con un campanario de torre octogonal.
Pasear por Bagergue en otoño, con sus calles empedradas y balcones llenos de flores, es una experiencia muy recomendable en Val d’Aran.
Unha: Un rincón de románico y naturaleza
Otro de los pueblos destacados del Val d’Aran es Unha, vila florida conocida por su iglesia románica de Santa Eulària. Esta iglesia destaca por su elegante campanario octogonal con tejada bulbosa, construido a finales del sXVIII, y los frescos que aún se conservan en su interior. Destacan las pinturas románicas del absis central y las representaciones renacentistas de Adan y Eva. Santa Eulalia es un ejemplo magnífico del arte religioso medieval, con una nave sencilla y una atmósfera que invita a la reflexión y al descubrimiento de la historia local.
Unha es también un excelente punto de partida para realizar pequeñas excursiones en la naturaleza o si tu cuerpo te pide más adrenalina, la famosa via ferrada de Unha, para ver el valle desde lo más alto
Salardú: El esplendor del románico aranés
En Salardú, la capital del municipio del Naut Aran, encontramos la Iglesia de Sant Andrèu, una de las obras más importantes del románico en la región. Su torre-campanar de base campanar octogonal está adosada a la iglesia y rematada con una afilada aguja de pizarra, que es un bello ejemplo de la transición del románico al gótico. Sin embargo, lo que más destaca es la imagen del Cristo de Salardú, una talla románica del sXII que ha sido venerada durante siglos, y la portalada monumental.
Este pueblo, con su encanto montañés, es ideal para hacer una parada y disfrutar de la tranquilidad que ofrece su entorno, especialmente en otoño, cuando los colores del paisaje hacen que las caminatas sean aún más agradables.
Arties: El arte románico y la naturaleza se encuentran
Arties, uno de los pueblos más visitados del Val d’Aran, alberga la Iglesia de Santa Maria, un monumento románico de gran valor, reconocible por su torre-campanario gótica. Es Bien Cultural de interés Nacional, algo poco común en esta región, en parte gracias a las pinturas renacentistas que decoran bóvedas y muros.
Arties es uno de los puntos de entrada al Parque Nacional de Aigüestortes y Sant Maurici, y un colorido pueblo por el que pasear.
Vielha: La capital del Val d’Aran y su románico
Finalmente, en Vielha, la capital del Val d’Aran dónde reside el 40% de la población, también se puede hacer un recorrido por su patrimonio románico. La Iglesia de Sant Miquèu, del siglo XII, es una parada obligatoria. Esta iglesia presenta un estilo románico tardío, con elementos góticos añadidos posteriormente, como la gran portalada gótica o la torre octogonal del sXV. En su interior, destaca una talla en madera del Crist de Mijaran del siglo XII, que es una de las piezas más valiosas de la escultura románica aranesa.
No pienses que Vielha es una ciudad fría. Un paseo por Vielha en otoño es una oportunidad para disfrutar no solo de su arquitectura, sino también de su vibrante vida local, con pequeños mercados, tiendas tradicionales y cafeterías acogedoras. Es un excelente punto de partida o cierre para una visita cultural por el Valle de Arán.
Actividades en familia en la Val d’Aran en otoño
La Val d’Aran es un destino perfecto para disfrutar en familia, y el otoño añade un toque especial a las actividades al aire libre, ya que los colores del paisaje hacen que todo sea más atractivo y relajante. Si bien todas las actividades que os proponemos se pueden hacer con peques, sin duda, uno de los mejores planes para familias, especialmente si viajas con niños, es recorrer el Camin d’Era Bruisha.
El Camin d’Era Bruisha: Una ruta mágica para los más pequeños
El Camin d’Era Bruisha (Camino de la Bruja) es una divertida y accesible ruta de senderismo pensada para familias con niños, aunque yo creo que la puedes disfrutar igual yendo sin peques. Esta caminata circular, de 1.8km de distancia y 55m de desnivel, que parte desde el bonito pueblo de Tredòs, es ideal para introducir a los más pequeños en la naturaleza de una manera entretenida y educativa.
A la entrada del recorrido hay un cartel que nos indica todo lo que debemos encontrar en nuestra ruta. El recorrido se encuentra tematizado con figuras y relatos de brujas y seres mágicos del folklore local, como el hada de los dientes o el ratoncito Perez, lo que hace que los niños se mantengan motivados durante todo el trayecto.
La ruta es corta y de baja dificultad, lo que la convierte en una opción excelente para una excursión de un día en familia. Durante el camino, los pequeños aventureros podrán seguir las huellas y señales que marcan la ruta, mientras descubren historias y leyendas sobre las brujas de la región. Y con un poco de suerte, quizás se encuentran con la bruja!
El entorno, repleto de prados, bosques de pinos y riachuelos, adquiere un encanto especial en otoño cuando el paisaje se tiñe de dorados y naranjas.
Clases de e-trial para niños y rutas en moto eléctrica
Si estás en la época en la que todo vehículo con ruedas es fuente de interés (y monotema) para tu peque, no puedes perderte esta actividad en tu visita a la Val d’Aran en otoño. ¡Además se encuentra al lado del Camín dera Bruisha!
A pocos km de Tredòs se encuentran las instalaciones de Electric Riders, una empresa que organiza tanto clases de e-trial para niños de 3 a 15 años, como salidas en moto eléctrica por la montaña para adultos. ¡Obviamente nosotros hicimos ambas!
Dijimos a nuestro peque que ibámos «a ver motos», y le bastaron pocos minutos de ver a otros niños conduciendo la suya propia que él también quiso probar. En esta escuela, los niños de entre 3 y 15 años pueden aprender a manejar motos eléctricas en circuitos adaptados a diferentes niveles. Las motos tienen controles de velocidad ajustables, lo que garantiza su seguridad.
Además, los monitores especializados acompañan a los pequeños pilotos, asegurando que progresen a su ritmo en un entorno seguro y divertido. ¡Al cabo de poco rato ya estaba yendo sin ayuda y no había forma de sacarlo de ahi!
Pero el peque no fue el único que se lo pasó bien, ya que los adultos nos fuimos de ruta con las motos eléctricas Ubco, especifícamente diseñadas en Nueva Zelanda para recorrer la montaña. Si las bicis elétricas ya fueron una revolución, ¡cuando pruebas una moto por la montaña ya flipas, además sin hacer ruido! Fuimos, obviamente, por la extensa red de pistas BTT existente en Val d’Aran, y nos gustó mucho la experiencia de ir por la montaña sin esfuerzo, aunque sé muchos piensen que a la montaña hay que ir a andar, y que las vistas sean la recompensa al esfuerzo (una parte de mí también lo piensa)
Baños termales de Arties
Los baños termales de Arties son un lugar único en el que se puede disfrutar de la relajación y el bienestar que brindan las aguas termales al aire libre. Estos baños exteriores ofrecen un tratamiento terapéutico ideal para aliviar el estrés y las tensiones musculares, gracias a la combinación del calor y los minerales presentes en el agua. El agua mana de la montaña a 39ºC, y se reparte en dos piscinas, una de 1.5 m y una menos profunda.
Además, la belleza del entorno natural en el que se encuentran contribuye a crear una experiencia aún más placentera y revitalizante, incluso si durante tu baño llueve. Una vez dentro, ¡ya da igual mojarte por arriba también!
Sumergirse en las aguas calientes de los baños termales de Arties es una forma perfecta de cuidar el cuerpo y la mente, y disfrutar de un momento de descanso y conexión con uno mismo, transportandote a las termas islandesas y reviviendo el contraste del calor del agua con la temperatura exterior.
Quiero dejar claro que no se trata de una piscina al uso, ya que recomiendan estar solo 20 minutos (máximo 40) y salir, sin posibilidad de volver a entrar. Además, si vas con peques, debes procurar que no molesten al resto de usuarios gritando, saltando o tirando agua (algo que debería ser lo lógico allí dónde vayas), ya que muchos acuden a darse un tratamiento relajante.
La entrada de adultos cuesta 11€ e incluye el gorro y una bebida restaurativa, mientras que la de niños cuesta 6€.
Info práctica para visitar la Val d’Aran en otoño
Cómo llegar a la Val d’Aran
Tal y como comentaba al principio del post, la Val d’Aran se encuentra en la esquina superior de Catalunya, encajonada entre Francia y España. Tiene cuatro vías de acceso:
- C28 por el Port de la Bonaigua. Una carretera revirada y con curvas constantes, cuyo punto más alto está a 2072m, siendo el puerto de montaña más alto de Catalunya. 20km de longitud, con un desnivel positivo de 1000m, sin duda uno de los hitos ciclistas.
- N230 por el túnel de Vielha. Desde Lleida, la carretera nacional que remonta la Noguera Ribagorzana y es la frontera natural entre Aragón y Catalunya. El túnel, de 5,5km, se inauguró en 1948, aunque fue totalmente renovado en 2007.
- N230 desde Francia. La N230 es el eje vertebrador de la comarca, y llega hasta Toulouse.
- Desde Bagneres de Luchon, por el mítico puerto de Portilhon.
Para nosotros, viniendo desde Barcelona, la mejor opción es el túnel de Vielha, ya que evitas los puertos de montaña que tiene la carretera de Tremp.
También es posible (aunque más tedioso) llegar en transporte público. La empresa de autocares Alsa conecta la comarca con Barcelona, aunque luego es más complicado moverse, ya que la red de autobuses internos puede no llegar a todas las zonas que quieras visitar.
Dónde dormir en la Val d’Aran
La mejor opción para visitar la Val d’Aran en otoño es hacer base en Vielha, su capital y centro geográfico. Al ser temporada baja, es fácil encontrar un buen alojamiento económico, ya que hay mucha oferta hotelera, en espera que llegue la nieve.
Nos quedamos en el Hotel Vielha, un hotel sencillo en pleno centro con vistas a las montañas que rodean a la ciudad. Una habitación triple renovada, y la opción de media pensión con cena y desayuno buffet, y no necesitamos mucho más.
Aunque también puedes darte un capricho de un hotel con bañera de hidromasaje o una casa en la montaña.
Recomendaciones para visitar la Val d’Aran en otoño
El clima en la Val d’Arán durante el otoño, y especialmente en octubre, tiende a ser húmedo y lluvioso, lo que añade encanto a los paisajes pero requiere precaución para quienes practican senderismo. Las temperaturas medias en octubre oscilan entre 5°C y 15°C, por lo que es importante llevar ropa adecuada en capas, impermeable y calzado resistente para los senderos.
Durante nuestra visita nos llovió en dos de los tres dias, teniendo un día veraniego el día que nos ibámos (¡maldito Murphy!). Eso empañó algunas de las visitas que teníamos previstas, como la bassa de Arres, pero a la vez nos permitió disfrutar de la olor a bosque mojado. ¡Nada que un paraguas y un chubasquero no solucione!