Suena el despertador a las 4.25 am. Es diciembre y tienes suerte, amanece “tarde”. Reclamas en la recepción del hotel tu desayuno (incluído en el precio, ya habías avisado por la noche que madrugarías). Te entregan una bolsa con pan (después descubriremos que tiene 1 tranchete de queso dentro) y tres microbananas. Pero tu vas a cumplir un sueño viajero: ver amanecer en Angkor Wat.
Tuk tuks a la carrera
Aún es noche cerrada cuando arranca el tuk-tuk y la brisa es muy agradable. Sabes que vas en la dirección correcta cuando la carretera de 2 carriles empieza a llenarse de tuktuks cargados de gente y 4×4 adelantando. Todos hemos tenido la mejor idea del mundo: ir a ver la salida del sol en un lugar tan mágico como Angkor, dónde dicen se ve el mejor amanecer del mundo. ¿Cómo no vas a ir? Todos los cuadros que has visto son sobre eso y hasta los tuktukeros tienen una tarifa especial de 5$ desde Siem Reap para hacer sólo esa excursión. ¡Parece mentira que algo gratuito como un amanecer se pueda rentabilizar de tal manera!
Vas mirando el reloj, 5 y 10. Tu punto obsesivo hace que hayas consultado los horarios y ángulos en una aplicación de fotografía. Hasta las 6 y 16 nada, pero la emoción crece cuando parece que estés compitiendo con otros tuk tuk por llegar antes y por dentro gritas “go,go,go” como si estuvieras en Pekin Express, el de verdad.
Cruzas el puente del foso de Angkor bajo un cielo plenamente estrellado al que nadie por desgracia nadie presta atención. A la derecha sólo se ven luces amarillas, todas en procesión por la carretera. Todos armados con las linternas para iluminar el firme irregular del antiguo monumento. Alguno se da la vuelta y los 4000 lumens de su frontal te ciegan temporalmente. Y el largo pasillo hacia el estanque derecho, EL LUGAR. Ese que aparece bajo la búsqueda de «best place for sunrise angkor wat«, y que alguien se ha tomado la molestia de hacer en mapa.
Ese que no tiene pérdida, pues antes que tú lo han escogido ya otros 2000 chinos. ¿Pero desde qué hora llevan allí? En primera fila, los de los megatrípodes y cámaras réflex ultracaras que disparan en automático. The bigger, the better, no importan los conocimientos fotográficos que se tengan, la cámara ya hará bien la foto.
Amanecer 2.0
En la búsqueda de un lugar dónde plantar tu minitrípode, te vas a la izquierda del lago artificial. Pones el trípode, armas la cámara, empiezas pruebas de timelapse… hasta que una rubia se te pone justo delante. Le pides de buenos modos si puede apartarse un poco, pero contesta molesta.
Buscas otro lugar, más a la izquierda, arrán de agua. Se acerca la hora, empieza el show y el timelapse. Por detrás empiezan a saltar los flashes de los móviles y las cámaras caras. ¡¡LOS FLASHES!!
Digamos que se trata de un amanecer 2.0, dónde todo el mundo está más pendiente de obtener la foto perfecta con un móvil atado a un palo de selfie que del espectáculo gratuito que tienen ante sí.
Mantengo a raya a algunos chinos a base de gritos, por favor no se me pongan enmedio de la trayectoria, pero hay una con la que no puedo y no sólo se planta delante, sinó que además empieza a hacerse selfies.
¿De verdad has venido aquí para ponerte de espaldas a la salida del sol (y joderme las fotos)? Ganas de tirar a gente al agua aumentando.
Descubres que las pinturas y postales que has visto son más falsas que un billete de 4E, ya que el sol no sale como el gran disco rojo que pintan (y que tantas otras veces has visto en Asia), quizás sea por las nubes que han ido saliendo. Pero sigue teniendo su magia. A las 6:45 empieza a vaciarse mucho el lugar, los grupos lo dan por finiquitado y desalojan la zona para volver a desayunar a su hotel, aunque la luz está preciosa. Y poco a poco te vas quedando sóla, pensando en el borreguismo que nos mueve a todos (aunque te joda admitirlo) para acabar viendo un amanecer junto con 4000 personas más, en lugar de que sea algo un poco más íntimo.
Por suerte, y aunque no sea en Ankor, la vida nos sigue regalando cada día un amanecer para que podamos disfrutarlo sin aglomeraciones. Sólo hace falta madrugar un poco.
¿Y tú, dónde has visto el mejor amanecer del mundo?
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